PAISAJES Y BIODIVERSIDAD
ORO DE DOS MILENIOS
Las entrañas del Cerro del Sol guardan aún valiosas vetas
auríferas que buscaron romanos, árabes y franceses
Las tierras rojas entre el Darro y el Genil, muestran las marcas
trazadas por los mineros que extrajeron el oro para Roma y
forjaron coronas para reinas y poetas. El cerro del Oro
JUAN ENRIQUE GÓMEZ Y MERCHE S. CALLE * WASTE MAGAZINE
El estruendo de una gran explosión resuena en todos los rincones
del valle. Es el resultado de la fuerza del agua al ser
introducida a presión en el interior de la montaña del oro y que
logra escapar al horadar la tierra y disgregar las arenas de forma
brusca. Es el siglo primero de la era cristiana, cuando para los
habitantes de la ladera de la antigua Lancha de Cenes era un
sonido habitual, signo inequívoco de que los mineros del Imperio
trabajaban entre las tierras rojas para extraer el preciado metal
y llevarlo hasta las fábricas de moneda de Roma. Ilíberis, la
Granada romana, era uno de los centros mineros más productivos de
Hispania. Los romanos sabían que las estructuras geológicas de
conglomerados de aluvión procedentes de la formación de Sierra
Nevada, eran contenedores de metales, entre ellos, hierro, cobre,
plata y oro.
El sistema de ‘ruina montium’, consistente en disgregar el monte a
base de agua a presión que hacía explotar la tierra, dejó enormes
heridas en la colina de la Alhambra, en las paredes y gargantas de
la cara sur del Cerro del Sol, la montaña del oro, Una actividad
que repitieron los árabes, prohibieron los cristianos y
recuperaron los franceses del siglo XIX, para ser definitivamente
enterrada en el olvido de los tiempos.
Al recorrer los caminos que desde Cenes de la Vega ascienden hacia
el Llano de la Perdiz, es posible apreciar como el paisaje
presenta grandes cortados arcillosos que descansan en barranqueras
de difícil trazado, por las que la tierra llega a desplazarse por
sí misma y crear extrañas aglomeraciones de grava y piedra. En las
laderas pueden verse canalizaciones, túneles, grutas y
perforaciones que tenían como misión llevar el agua hasta el lugar
donde querían introducirla en la tierra y conseguir que se
disgregase para después lavar las arenas y localizar los metales,
entre ellos el oro.
Vestigios
Desde las últimas urbanizaciones de la actual Cenes de la Vega,
hay varios caminos que suben hacia el Llano y otros que bajan a
las viejas minas. Son vestigio de los senderos que, según las
leyendas andalusíes, recorrían cada día 400 cautivos que
trabajaban en la extracción del dorado metal para el rey de la
Alhambra, porque también los árabes utilizaron esta zona, y las
orillas del Darro desde Jesús Abandonado hasta el interior de la
ciudad, para explotar las arenas auríferas. Una tarea que
prohibieron las autoridades castellanas tras la caída del Reino de
Granada porque las minas y sus riquezas pertenecían al Estado. Hay
historias que cuentan que una de las coronas de Isabel II fue
forjada con el oro del Cerro del Sol, al igual que otra que se
regaló a la reina de Portugal, esposa de Carlos V. Parece más
creíble que la corona que se utilizó para la confirmación como
poeta de José Zorrilla, en Granada, fuese forjada con oro del
Darro y la montaña de Cenes.
El siglo XIX trajo la recuperación de las explotaciones auríferas
del Cerro del Sol. El conocido como Canal de los Franceses, que
más tarde sirvió para traer el agua potable desde el pantano de
Quéntar hasta la ciudad, se construyó para llevar agua del río
Aguas Blancas, a través del acueducto de Dúdar y un trazado de 10
kilómetros hasta la zona minera del cerro y poder utilizar métodos
similares a los que ya pusieron en marcha los romanos. La compañía
francesa creada por Juan Adolfo Goupil, consiguió la explotación
minera de esta zona en 1875. No hacía más que aglutinar una gran
cantidad de licencias mineras que se concedieron en este espacio
desde 1850, tras la explosión de una granadina ‘fiebre del oro’
que provocó que se hablase de la California del sur de España. La
gran cantidad de tierras que había que mover para conseguir el
suficiente metal precioso, convirtió en inviable la explotación de
Cenes, donde aún se mantienen las construcciones que la compañía
francesa levantó para llevar las arenas hasta los lavaderos y
decantadores de mineral.
Las ‘malas tierras’ las cárcavas de las colinas de Cenes no son
como las de la depresión de Guadix o los subdesiertos de Almería.
Tienen particularidades propias que los geólogos han denominado
como ‘Conglomerado Alhambra’, ya que solo se encuentra en la
colina roja y sus inmediaciones. Es en este material en el que el
oro se hacía presente para quien sabía cómo encontrarlo, y también
el sustrato en el que se desarrolla un ecosistema mediterráneo
patente en las zonas altas del Cerro del Sol, en el Llano de la
Perdiz, con encinares y su matorral asociado y pinares de
repoblación, que en las partes bajas, junto a los cortados
mineros, es más árido y la vegetación se especializa con albaidas,
retamas, moricandias y espartos.
Es también territorio de aves rapaces y otras que gustan de anidar
en tierras blandas domo los abejarucos. Parajes únicos y olvidados
que dejan ver las huellas de la historia.
Un escritor del siglo XVIII, el padre Juan Velázquez Echevarria,
narró en sus ‘Paseos por Granada’, que el tesoro del Cerro del Sol
no se mide en kilates, porque su valor trasciende lo terrenal al
haber sido el oro de los Reyes Magos de Oriente.
Factoría donde se procesaba la tierra para extraer el oro
Datos de acceso
¿Dónde está?: Al noroeste del núcleo de
Cenes de la Vega, en dirección hacia la potabilizadora de
Emasagra, se encuentra un complejo industrial abandonado, las
minas de las franceses. Sobre este espacio y hacia la colina de la
Alhambra se alza la montaña del sol.
¿Cómo llegar?: La mejor forma de acceder a
la zona de minas es por su parte alta. Hay que subir a la última
urbanización de Cenes. Allí, junto a un pequeño parque
semiabandonado, parte un carril hacia el interior de la zona de
tierras rojas, que baja en zig zag hacia donde están los restos de
las antiguas minas.
Coordenadas: Inicio del camino tras la
urbanización de Cenes, en 37°10’6.68’’N
3°32’46.5’’O. Los restos de los edificios mineros de los franceses
están en 37° 9’49.67’’N 3°33’18.02’’O.
BIODIVERSIDAD
Especies presentes en este espacio natural
Moricandia moricandioides
Flora / vegetación
Aegilops
geniculata (Rompesacos,trigo bastardo)
Ailanthus altissima
(Ailanto)
Anacyclus
clavatus
Andryala integrifolia
Antirrhinum
hispanicum (Rompepiedras)
Anthyllis cytisoides (Albaida)
Ballota hirsuta
Bartsia trixago
Bituminaria bituminosa
(Trébol hediondo)
Carduus pycnocephalus (Cardo de
calvero)
Convolvulus althaeoides
(Correhuela rosa)
Crupina
vulgaris
Cymbalaria muralis
(Hierba de campanario)
Cytisus fontanesii
Echium
plantagineum
Eruca vesicaria
Hirschfeldia
incana (Rabaniza amarilla)
Lagurus ovatus
Lamarckia aurea (Cepillitos)
Lathyrus
clymenum
Malva nicaensis
Melia azedarach
(Cinamomo)
Micromeria graeca (Colicosa)
Moricandia moricandiodes
Olea eropaea (Olivo)
Ononis
natrix
Pallenis spinosa
Paronychia
argentea (Sanguinaria)
Phagnalon
saxatile(Manzanilla yesquera)
Plantago
lagopus
Reseda luteola
Retama sphaerocarpa
Rosmarinus officinalis
(Romero)
Rumex
bucephalophorus (Acederilla roja)
Ruta montana
(Ruda silvestre)
Salvia
verbenaca (Crestagallo)
Scandix
australis
Stipa
tenacissima (Esparto)
Silybum
marianum
Teucrium similatum
(Poleo de monte)
Thymus
mastichina (Mejorana)
Thymus zygis
(Tomillo aceitunero)
Tragopogon
porrifolius (Barba de cabra)
Trifolium
stellatum
Umbilicus
rupestris (Ombligo de venus)
Vicia pseudocracca
Mariposas
Pontia
daplidice * Blanquiverdosa
Pyronia
bathseba * Lobito listado
Aves
Alectoris
rufa (Perdiz roja)
Anthus
pratensis (Bisbita común)
Asio otus (Buho
chico)
Athene noctua (Mochuelo)
Bubo bubo (Buho
real)
Corvus
monedula (Grajilla)
Falco tinnunculus (Cernícalo)
Hirundo rustica (Golondribna)
Streptopelia
decaocto (Tórtola turca)
Turdus merula
(Mirlo Común)
TEMAS RELACIONADOS
Una serie de reportajes para mostrar la riqueza natural
que nos rodea, sus ecosistemas y a sus singulares
habitantes.
Granada y las tierras del sureste de Andalucía poseen la
mayor diversidad biológica de Europa, parajes únicos para
vivir en tiempos de estío
Paisajes con historia
El Cable de
Motril
Palacio de Dar al
arusa
El Ojo oscuro
/ Humedal de Padul
Torre de
Romilla, El vigía de la pequeña Roma
Infiernos de
Loja
El
castaño del abuelo, el guardián de Sulayr
Entre los tajos del Gollizno, río
Velillos
El canal de las arenas... y
montesas
Oro de dos milenios
Riofrío, aguas arriba
La cantera de El Turro, roca
madre de las columnas del palacio de Carlos V
Puente de Tablate, la puerta de los
moriscos
Azud de Pinos Genil: Agua
para la metrópoli
Torre nazarí, La última atalaya de
Dúrcal
Fuentes del Poqueira
Lapiaz del Puerto de la Mora La linde
de la paleofrontera
Las termas del Çehel
Castillo de Mondújar - El retiro
de Zoraya
Parador - Desde las huertas del
convento
Puente del Hacho Senderos de
hierro
Alixares El palacio del Sol y el
agua
Rio Fardes, Los ‘mil y un’ manantiales
Deifontes Nacimiento El
‘olimpo’ del agua
Acequia del Tercio - Aguas para
la Alhambra
Pantano de Béznar - Cuando el
Valle era una isla
Vereda de la Estrella - La
senda a las minas
Media luna - ingeniería
milenaria