CEMENTERIOS,
ISLA ECOLÓGICA, FAUNA Y FLORA, BIODIVERSIDAD
ECOSISTEMAS DONDE HABITAN LOS MUERTOS
Los cementerios son islas ecológicas en la que se desarrollan
numerosas especies animales y vegetales
El extremo cuidado con el que tradicionalmente el hombre cuida de
sus camposantos los han convertido en territorios protegidos,
cargados de biodiversidad y alejados del desarrollismo
Por JUAN ENRIQUE GÓMEZ / MERCHE S. CALLE * WASTE
MAGAZINE

Un pequeño herrerillo hace oír su agudo canto entre las ramas de
un ciprés. A lo lejos, el arrullo continuo e insistente de una
paloma torcaz. Más allá, entre las plantas aromáticas, una pequeña
lagartija, aún con la cola verde, busca un lugar donde exponerse
al sol. No es una imagen extraída de los bordes de un bosque de
media montaña, son parte de los sonidos y los movimientos que se
pueden apreciar en un paseo por el interior de cualquier
cementerio del sur de la península Ibérica, una forma de constatar
que los camposantos, destinados a servir de morada a los muertos,
son también lugares cargados de vida en los que la naturaleza
aporta su particular contrapunto al convertir territorios de dolor
en espacios donde la florece la vida, donde habitan numerosas
especies de fauna y flora, desde pequeños invertebrados, a
animales superiores, desde líquenes, algas y hongos a plantas de
gran porte.
La imagen de un cementerio histórico como el de San José, en la
capital granadina, es la de un lugar en el que abunda el gris y
ocre de tumbas y nichos, donde el verde, amarillo y rojo de
árboles y plantas, se hace patente en cada uno de sus paseos y
rincones, junto a los patios, entre los parterres y jardines, en
los que el silencio solo es roto por el canto de los pájaros. No
es habitual visitar un cementerio si no es para honrar a los
fallecidos y consolar a los vivos, pero un recorrido de
observación de lo que la naturaleza aporta en este territorio es
comprender que se trata de verdaderas islas ecológicas
fundamentales para el desarrollo de la biodiversidad que rodea las
ciudades.
Aves
Casi la totalidad de las aves que se pueden considerar urbanas
pueden verse en el camposanto. A nadie le extraña ver grupos de
gorriones, estorninos, palomas y vencejos entre las tumbas y
nichos, en los tejados de los pabellones funerarios y sobre cruces
y esculturas, pero también es fácil observar las evoluciones de
otras especies de avifauna mucho más exigentes, que necesitan
espacios con poco ruido y escasa presencia humana, como los
mirlos, que se pueden ver entre los parterres en busca de
invertebrados con las coloridas abubillas que picotean entre los
prados naturales en busca de gusanillos e insectos. No les importa
que se les vea en los paseos con su andar lento y pausado. Hay
córvidos, pero los cuervos (
Corvux corax), ya no son las
aves de los cementerios, pero sí hay carroñeras emparentadas con
ellos. Son grajillas y urracas, que en realidad comen de
todo. Los únicos cadáveres que pueden conseguir son los de
pequeños roedores u otros micromamíferos, ya que desde hace siglos
no hay cuerpos humanos expuestos en los cementerios.
Las rapaces son habituales en el camposanto y especialmente en el
granadino, donde la Dehesa del Generalife aporta un plus de vida
natural que no poseen otros cementerios. Es fácil ver parados en
el aire, como si de helicópteros se tratase, a algún cernícalo
común, e incluso a ejemplares de los cernícalos primilla que
habitan en las almenas de la Alhambra. Otean desde el aire los
parterres y jardines en busca de ratoncillos, aunque no tendrán
reparos en lanzarse sobre lagartijas y salamanquesas, que se
asoman y esconden entre las grietas de las antiguas tumbas.
Los cementerios, por su particular tranquilidad (más aún si son
antiguos, con viejos mausoleos, oquedades y grandes árboles,
atraen a otras rapaces más exclusivas y huidizas como gavilanes y
azores. No es extraño ver el vuelo, a gran altura, de halcones
peregrinos y águila calzada. Y durante el crepúsculo, cuando la
luz cae sobre el camposanto, en el momento en el que las tumbas
recuperan la soledad tras la marcha de los visitantes, aparecen
los pequeños mochuelos y lechuzas. Viven allí, en viejos troncos
de árboles y entre las vigas y tejados de mausoleos (cada vez
menos porque las obras de reparación de estructuras y sobre todo
la costumbre de rellenar de cemento los huecos entre las tejas,
eliminan sus escondites). La imagen de un mochuelo sobre una cruz,
al atardecer, o sobre el mármol de una lápida no es extraña en
cualquier cementerio mediterráneo. Las rapaces son las encargadas
de ejecutar el control de las poblaciones de especies que pueden
convertirse en plagas, ya que se alimentan, casi de forma
exclusiva, de roedores, pequeños reptiles y de algún que otro
insecto de gran tamaño.
El sonido de los pájaros es permanente en las áreas donde se
concentran los grandes árboles, sobre todo cipreses, cedros,
pinos, acacias y árbol del amor. Hay una gran profusión de aves
insectívoras. Grandes bandadas de verdecillos evolucionan desde la
primavera hasta el otoño. Vuelan junto a jilgueros, verderones y
otras menos abundantes como las currucas, sobre todo la curruca
cabecinegra, que prefiere los matorrales, y los olivos. En el
invierno, los dueños son los pinzones. Todo un catálogo de
avifauna que llega a completarse con especies menos habituales
como las collalbas negras y golondrinas que no se dejan ver por la
ciudad, pero que en el cementerio vuelan cada mañana y tarde de
primavera y verano.
Herrerillo
Flores y líquenes
La biodiversidad vegetal está presenta mucho más allá de las
flores que los visitantes llevan para adornar las tumbas y nichos.
Los crisantemos, siemprevivas y nomeolvides, comparten espacio con
otras especies silvestres, como algunas plantas aromáticas –las
alcaparras crecen entre las piedras graníticas de algunas tumbas–,
plantas que necesitan de humedad y no son demasiado exigentes con
la riqueza del suelo, como el
Sedun album, que hace ver
sus diminutas flores blancas entre las grietas de los mármoles.
En el cementerio los grandes árboles son parte imprescindible del
paisaje. Además de los clásicos cipreses, que forman verdaderas
almenas verdes y cargadas de biodiversidad, hay otras especies que
tienen mucho que ver con el bosque mediterráneo, como los
madroños, que en el otoño muestran sus frutos ya verdeando y sus
flores en forma de racimos de campanitas; y el árbol del amor, que
compite en belleza con los jaboneros del japón, que en la época
clave de los cementerios, para Todos los Santos, tienen sus hojas
ya amarillas y rojas.
Las verdaderas especies de cementerio son los líquenes. Tapizan la
mayoría de las piedras de las viejas tumbas con manchas de color
amarillo, verde, blanco y rosado, colonizan los espacios más
umbríos y son un bioindicador de la salud del ecosistemas que se
generan en los camposantos, desde hace años convertidos en
jardines seminaturalizados para el descanso eterno, donde las
flores cultivadas comparte hábitat con la más exuberante
diversidad.
Cipreses, hábitat de decenas de especies de aves
Los grandes cipreses son un hervidero de vida, el lugar donde se
cobijan, e incluso nidifican y reproducen, decenas de especies,
sobre todo de aves, aunque también es donde las ardillas realizan
sus nidos. También es territorio de caza para algunos
depredadores, aves rapaces diurnas y nocturnas, gatos y algún
zorro llegado del monte.
BIODIVERSIDAD
Flora
Abelia
grandiflora
Acacia karoo
Arbutus unedo
(Madroño)
Auricularia
auricula-judae
(Oreja de judas)
Bougainvillea spectabilis
Buxus sempervirens
(Boj)
Capparis spinosa (Alcaparra)
Catalpa bignonioides
Cercis
siliquastrum (Arbol del amor)
Citrus
aurantium (Naranjo)
Cupressus sempervirens (Ciprés)
Chrysanthemum sp (Crisantemo)
Cyperus involucratus
(Papiro)
Dianthus caryophyllus (Clavel)
Euonymus japonica
Gladiolus sp (Gladiolo)
Gleditsia
triacanthos (Acacia de tres espinas)
Hedera helix
(Hiedra)
Ilex aquifolium (Acebo)
Iris
foetidissima (Iris hediondo)
Jasminum officinale (Jazmín)
Koelreuteria
paniculata
(Jabonero de China)
Lagerstroemia indica
Lantana camara
Laurus
nobilis (Laurel)
Ligustrum
lucidum (Aligustre)
Magnolia grandiflora
(Magnolio)
Mahonia aquifolium
Myrtus communis (Arrayan )
Nandina domestica
(Nandina)
Nerium oleander (Adelfa)
Nymphaea alba (Nenufar
blanco)
Olea europaea (olivo)
Pelargonium peltatum (Geranio)
Phoenix dactylifera (Palmera)
Pittosporum tobira (Pitosporo)
Prunus cerasifera
(Ciruelo rojo)
Punica granatum
(Granado)
Pyracantha angustifolia
Pyracantha coccinea
Robinia pseudoacacia
Rosa
sp (Rosa )
Santolina
chamaecyparissus (Abrótano hembra)
Sedum album
Senecio vulgaris
Sophora japonica
Thuja orientalis
Trachycarpus fortunei (palmito
elevado)
Umbilicus rupestris (Ombligo de
Venus)
Ulmus glabra (Olmo)
Viburnum tinus
(Durillo)
Viola x
wittrockiana (Pensamiento)
Volvariella gloiocephala,
Seta de los cementerios
Wisteria sinensis
(Glicinia)
Líquenes
Caloplaca aurantia
Fulgensia fulgens
Mariposas
Colias croceus
Pararge aegeria
Pieris brassicae
Pieris napi
Vanessa atalanta
Aves
Athene
noctua (Mochuelo)
Columba livia (Paloma)
Columba
palumbus (Paloma torcaz)
Corvus monedula
(Grajilla)
Cyanistes caeruleus = Parus caeruleus
(Herrerillo común)
Erithacus
rubecula (Petirrojo)
Falco
tinnunculus (Cernícalo)
Fringilla
coelebs (Pinzón vulgar)
Phoenicurus
ochruros
(Colirrojo tizón)
Pica pica (Urraca)
Serinus serinus (Verdecillo)
Streptopelia
decaocto
(Tórtola turca)
Sturnus unicolor
(Estornino)
Sturnus vulgaris
(estornino pinto)
Sylvia atricapilla (Curruca
capirotada)
Turdus merula
(Mirlo Común)
Turdus philomelos (Zorzal Común)
Tyto alba (Lechuza Común)
Otras especies de fauna
Apis mellifera (Abeja)
Arion
(Kobeltia) hortensis (Babosa negra)
Cornu aspersum (Burgajo, Boyuno)
Lumbricus terrestris (Lombriz de
tierra)
Podarcis hispanica
Rumina decollata
Sciurus vulgaris (Ardilla roja)
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