PAISAJES Y BIODIVERSIDAD
CASTELL DE FERRO
Un castillo sobre el mar
En el escarpado peñón de Castell de Ferro, sus derruidas murallas
cuentan historias del último milenio
El gran bastión de la resistencia de Aben Humeya es refugio de
aves rapaces mientras espera salir del olvido y recuperar su
secular esplendor
JUAN ENRIQUE GÓMEZ Y MERCHE S. CALLE * WASTE MAGAZINE

Desde las oquedades de las murallas que desde hace siglos
albergaban la que podía considerarse como ‘torre del homenaje’
parte un apremiante silbido, agudo e insistente. De inmediato,
desde el cielo aparece con un vuelo picado un pequeño halcón, un
cernícalo que entre sus patas porta la presa que unos minutos
antes ha conseguido cazar para alimentar a los dos polluelos que
le esperan en el nido construido entre las piedras de la vieja
muralla. Es una imagen que se repite hasta la saciedad durante los
días del verano. Parejas de cernícalos se han convertido en los
pobladores habituales del llamado Qastal i Ferro, el castillo de
hierro, que corona el gran peñón junto al que se ubica el núcleo
urbano de Castell de Ferro, una fortificación que algunos autores
consideran como la última en caer (1489) antes de capital
granadina (1492) y unas décadas después, el bastión de la
resistencia final de Aben Humeya y los sublevados de la Guerra de
las Alpujarras. Un espacio posiblemente ocupado desde el siglo
XIII, clave en la evolución histórica de Andalucía Oriental,
construido sobre un paraje de alto valor biológico, que se resiste
a rendirse a pesar del estado de abandono al que es sometido desde
hace años por los responsables de Patrimonio de la Junta de
Andalucía y el ayuntamiento al que pertenece. (...)
(...) Solo es posible visitar el castillo si se utiliza una senda
casi inexistente que parte del extremo oriental del pueblo, o se
hace campo a través por las rocas que junto a las ruinas de una
moderna urbanización sin terminar, ascienden hacia la cumbre del
cerro. En los dos casos son caminos de incierto trazado y
sin garantías de ningún tipo, pero que de hecho cada día recorrer
numerosas personas deseosas de conocer una parte importante de la
historia de la costa de Granada y disfrutar de la visión que
tenían los pobladores de esta fortaleza destinada a vigilar y
defender la costa, los dos puertos ubicados bajo sus murallas y el
muy próximo de la Rijana, además de los accesos hacia el interior,
especialmente a Lújar, las Alpujarras y la Contraviesa, llamada
Taha del Céhel.
El castillo de Castell se ha convertido en una atracción turística
a pesar de su lamentable estado porque su imagen y su ubicación
produce una enorme fascinación. Desde la antigua carretera de la
Costa, la N-340, el delta que forman las dos ramblas, engloba un
pequeño cerro que a su vez está rodeado por el pueblo y precede
las playas de esta localidad.
En la cumbre de la colina, un cubo de piedra muestra su pasado
protagonismo como una de las posiciones fortificadas más
importantes de la línea costera mediterránea. Al caminar por las
sendas que llegan hasta las murallas se aprecia el sustrato mezcla
de rocas calcáreas y silíceas, vestigios de la formación de las
sierras que emergieron con el plegamiento alpino y dieron lugar a
Sierra Nevada, e incluso es posible observar rocas que hasta hace
solo 500 años, estaban bañadas por el mar, porque el cerro no fue
siempre una suave colina que se inicia a un centenar de metros de
la línea de las mareas, sino que en realidad era casi un islote
que emergía desde las aguas de Alborán, unido a la tierra por un
estrecho istmo que los sedimentos arrastrados por las ramblas
ampliaron poco a poco hasta rodear el peñón y ganar tierra al mar,
en lo que se considera como el comportamiento normal de un delta
activo. Hay documentos que señalan que el peñón sobre el que se
asienta el castillo poseía un puerto a cada lado, y que las playas
de Cambriles y Castell, hoy en día unidas, no tenían comunicación
entre ellas. El agua del mar, el incremento de los sedimentos
llegados desde las estribaciones de la Contraviesa y la Sierra de
Lújar, y el efecto de la erosión, los vientos y recientemente los
cultivos de invernadero y las inmobiliarias, cambian de tal forma
la orografía del cerro y su entorno que es difícil imaginar su
verdadera imagen de integración en el paisaje.
Ascender hacia las murallas es caminar a través de un ecosistema
básico de piso bioclimático termomediterráneo, el más cercano al
mar, donde se encuentran grandes ejemplares de espino cambrón (
Maytenus
senegalensis) una especie amenazada de extinción, que crece
junto a olivos silvestres (acebuches); coscojas, aladiernos,
ricinos, adelfas y palmitos, una planta bioindicadora del piso
climático. Es un hábitat que mezcla los espacios rupícolas, muy
expuestos a la erosión, y ruderales muy nitrificados por la
presencia de ganado y la proximidad del hombre, con higueras,
alhucemillas, espárragos trigueros e incluso grandes pitas que
crecen entre los almohabillados matorrales de albaidas.
Bajo las paredes derruidas de la ‘torre del homenaje’ se aprecian
las bóvedas que albergaron a las dotaciones militares que
defendieron esta plaza. Delante, se encuentran restos de las
murallas que ocultaban el patio de armas y las estancias de los
soldados, además de los puntos desde los que se divisa la
totalidad de la costa desde Adra y la Rábita, al este, y la punta
de Calahonda y Carchuma, al oeste.
Las piedras que aún sustentan la historia de todo un milenio de
invasiones, guerras, incursiones piratas, desembarcos y luchas
entre tropas francesas e inglesas (con presencia de los Cien Hijos
de San Luis llegados para reinstaurar la monarquía de Fernando VII
en 1823) están a punto de caer, de desplomarse sobre su frágil
sustento de argamasa, y cuando ocurra, ya será difícil entender
que la fortificación fue básica en la conquista cristiana del
reino nazarí, que en los siglos XVII y XVIII era el principal
bastión defensivo contra los ataques llegados desde el mar, y que
durante años, era el punto desde el que se miraba al mar a espera
de la llegada de los turcos para defender al Reino de Granada y
más tarde a los sublevados de la Alpujarra. A pesar de la dejadez
y la insensibilidad para con la historia, las piedras aún hablan.
¿Dónde está?
Corona la pequeña colina en cuyas laderas se encuentra el núcleo
urbano de Castell de Ferro, anejo del municipio de Gualchos, en la
zona oriental de la Costa Tropical.
_¿Cómo llegar?:_ El acceso actual se realiza por la A-7 en la
salida hacia Castell. En el interior del pueblo hay dos formas de
acceder: desde la conexión con Cambriles, subir la única calle que
asciende hacia el cerro y tomar la única vereda que casi no se ve.
Otra forma, más sencilla, es por la entrada al pueblo desde el
oeste. Hay que superar las vallas de una ruinosa urbanización sin
terminar, subir por el camino y ascender entre las rocas. Como el
anterior, son caminos no aptos pero que la gente utiliza.
_Coordenadas:_ Del segundo camino:
36°43’24.55-N 3°21’37.70-W
BIODIVERSIDAD
Especies presentes en este espacio natural
Maytenus senegalensis
FLORA
Agave americana (Pita)
Anacyclus clavatus
Antirrhinum controversum
Anthyllis ternifolia, albaida
Arisarum vulgare
Aristolochia baetica
(Aristoloquia)
Asparagus albus
(Esparragos trigueros)
Asteriscus
maritimus
Capparis spinosa
(Alcaparra)
Carrichtera annua (Cucharillas)
Carthamus
arborescens (Cardo cuco)
Ceratonia siliqua
(Algarrobo)
Chamaerops humilis (Palmito)
Cistus clusii (Romero macho)
Echium vulgare
Emex spinosa (Romaza
espinosa)
Fagonia cretica
Ficus
carica (Higuera)
Foeniculum vulgare (Hinojo)
Galactites tomentosa
(Cardo blanco)
Genista
umbellata (Bolina)
Heliotropium
europaeum
Launaea arborescens
Lavandula multifida
Lavatera arborea
Lavatera maritima
Limoniun sinuatum
Lobularia marítima
Lycium intrincatum
Maytenus senegalensis (Arto
negro, espino cambrón)
Mesembryanthemum
nodiflorum
Moricandia
moricandioides
Nerium oleander
(Adelfa)
Nicotiana glauca
Olea europaea
var. sylvestris (Acebuche)
Ononis natrix
Opuntia- ficus-indica
(Chumbera)
Oxalis pes-caprae
(Vinagreta)
Papaver hybridum (Amapola
meztiza)
Pennisetum
setaceum
Quercus
coccifera (Coscoja)
Reichardia tingitana
(Lechuguino)
Retama monosperma
Retama sphaerocarpa
Rhamnus
alaternus (Aladierno)
Ricinus communis
Rhodalsine geniculata
(Hierba de las golondrinas)
Rumex induratus
Salsola oppositifolia
Salvia rosmarinus
(Romero)
Sedum sediforme
Teucrium lusitanicum
Thymelaea hirsuta
Ulex parviflora
Withania frutescens
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