Un templo como mirador
Para observar la ciudad, el templo de Psiquis, un templete no cubierto, con una imagen de la
diosa. Un elemento que se integra en la vegetación del jardín al cubrirse de masas de Rosa
banksiae, un espacio que simula una terraza y se abre a la visión del paisaje exterior.
FOTOGALERÍA: JUAN ENRIQUE GÓMEZ Y MERCHE S. CALLE
CARMENES DE GRANADA * FLORA * JARDÍN INTERIOR
CARMEN RODRÍGUEZ ACOSTA, EL CARMEN BLANCO
JARDÍN DE DIOSES
La visión del pintor José María Rodríguez Acosta plasmada en un singular recinto que corona con
cipreses la colina del Mauror
JUAN ENRIQUE GÓMEZ Y MERCHE S. CALLE * WASTE MAGAZINE
Reivindica el blanco de la cal, el verde de los cipreses, la pasión por la mitología y el
misterio del romanticismo. Juega entre el clasicismo y los conceptos estéticos de principios del
siglo XX, con una especial pasión por la sobriedad de los grandes espacios arquitectónicos
concebidos para una mayor gloria de quienes son conscientes de que tendrán un hueco en las
páginas de la historia del arte. El Carmen de Rodríguez Acosta es una estructura arquitectónica
singular que forma parte de la imagen iconográfica de la ciudad de Granada y un elemento
consolidado en el paisaje de la colina del Mauror, antesala de las Torres Bermejas y la
Alhambra, un permanente vigía que levanta sus muros y miradores para contemplar la ciudad y la
Vega desde el corazón del barrio sefardí.
Es conocido como el Carmen Blanco y se le considera uno de los principales cármenes de Granada
aunque no posea todas las características inherentes a la clásica vivienda-jardín y huerto. No
se oculta a la ciudad mediante altos muros sobre los que se intuyen sus arboledas y jardines, el
Carmen Blanco se abre en sí mismo y hacia el exterior mediante galerías neoclásicas cubiertas de
entramados vegetales y se alza al cielo mediante dos conceptos, el constructivo, con dos grandes
pabellones a modo de torres, y el vegetal, con los enormes cipreses que parecen competir con la
arquitectura. Su imagen exterior condiciona el paisaje, al igual que los cármenes que se sitúan
bajo y frente a la Alhambra, lo mismo que los que cubren las terrazas y bancales del Mauror y
caen hacia el Realejo. Pero igual que las antiguas almunias y palacetes ajardinados, protege su
interior y lo envuelve con una aureola de misterio. Conocer su interior es descubrir jardines
ocultos, paseos en los que habitan esculturas de origen romano, símbolos mitológicos, fuentes de
tradición nazarí, grandes estanques custodiados por Venus, espacios fúnebres en permanente
homenaje al romanticismo, arcos vegetales formados mediante topiarias de ciprés y una gran
glorieta de cipreses que se cierra en sí misma para ofrecer espacios de intimidad. Jardines
inspirados en el romanticismo que tornan al regionalismo imperante en la época de su
construcción y apogeo, para cubrirse con pérgolas en las que crecen rosas de pitiminí, que se
sustentan mediante columnas neoclásicas y forman el más abierto de sus miradores.
La sobriedad solo se ve interrumpida por arcadas abiertas en los grandes muros del inmueble,
sustentadas por columnas romanas y nazaríes, por capiteles y simples espacios abiertos. La
monocromía vegetal, el verde oscuro de los cipreses, se convierte, de forma minimalista y
tímida, en un lienzo impresionista cuando la luz del atardecer incide sobre los racimos de rosas
trepadoras de las pérgolas y las flores de las glicinias o, en el otoño, en las hojas
amarilleadas de las parras.
No hay huerto, pero sí frutales. La imagen de naranjas y grandes pomelos, sorprende tras
topiarias y setos creados con tejos, que de octubre a diciembre muestran sus pequeños frutos
rojos a modo de pequeñas bolitas carnosas y tóxicas. El singular huerto se extiende en una
pequeña parata surcada por senderos y escaleras para cambiar de nivel, sobre las que caen los
frutos del pomelo y que se abre al exterior a través de una impresionante y larga galería
sustentada por columnas dóricas.
Un gran magnolio destaca bajo el blanco de los pabellones, junto a los frutales. Fue un empeño
del creador del carmen que, a la vuelta de un viaje a Nueva York, regresaba influenciado por el
mestizaje de estilos artísticos y quiso introducir una nota discordante con la exuberancia de
las enormes flores del magnolio. El extremo oeste de este peculiar huerto, con setos de boj,
arrayanes y parra virgen, se apoya en los muros que ocultan el acceso a otras viviendas, una
clásica casa granadina construida como anejo en honor de la amada del artista.
Como todo carmen granadino, la casa se abre a una gran terraza y mirador, en este caso de
grandes proporciones y un clasicismo acérrimo, para caer a la primera de las terrazas, el jardín
de Baco, llamado así por la escultura romana que representa al dios del vino, pero también la
deidad que se transformaba en locura. Este espacio es el imperio de los cipreses, unos
recortados en topiarias con forma de arcos y otros que crecen libremente hasta alcanzar alturas
de más de 30 metros; entre los cipreses, una pila bautismal renacentista es la ofrenda al agua
que recorre sus canalizaciones hacia terrazas contiguas, donde se esconde, tras muros vegetales,
el patio de Venus, con un gran estanque del que emerge la imagen escultórica de la diosa.
Huerto y miradores están en el jardín bajo, un concepto que incluye la definición de carmen, ya
que el último bancal recoge las aguas que derivan de las paratas superiores, en este caso es el
dominio de la diosa Diana, protectora de la naturaleza, en un espacio de parterres, pequeños
paseos, un pequeño patio, setos y galerías abiertas al exterior. Y el agua, siempre presente. En
cada nivel, rincón y espacio, aparece una fuente, un surtidor, un estanque, el agua como
protagonista, corriendo por los canales y expandiendo su sonido que parece fundirse con el verde
y el blanco.
El subsuelo es una sucesión de galerías con empinadas escaleras a las que casi no llega la luz y
que conducen a espacios ocultos del inmueble, lugares que han hecho crecer la imagen misteriosa
y romántica del Carmen Blanco, donde se ofrecían grandes fiestas, espacios para la contemplación
artística, estancias para la meditación y el estudio del arte, ya que este carmen no fue
concebido como vivienda sino como estudio del pintor, que lo imaginó en 1916 y no logró
terminarlo hasta 1930, con la complicidad de dos grandes arquitectos de la época, Ricardo
Santacruz y Modesto Cendoya como creadores del proyecto original y, más tarde, Teodoro
Anasagasti y José Felipe Jiménez Lacal. El pintor no pudo disfrutarlo más que unos años, ya que
falleció en 1941, con 63 años de edad. Tras su muerte se creó la Fundación Rodríguez-Acosta que
presidió su sobrino Miguel Rodríguez-Acosta desde su constitución en 1951. El carmen, en su
conjunto, está catalogado como Monumento Nacional desde 1982.
Los jardines del Carmen Blanco, abiertos a la contemplación de la ciudad y cerrados al intimismo
de sus visitantes, ofrecen de forma clara la imagen de las reuniones de artistas bajo sus
pérgolas, de sensualidad en sus glorietas de cipreses y el brillo de eventos festivos entre sus
columnas, junto a las esculturas romanas, bajo el influjo de los dioses.
Cómo llegar al Carmen Rodríguez Acosta, Granada
FLORA DEL CARMEN RODRÍGUEZ ACOSTA, EL CARMEN BLANCO * BIODIVERSIDAD
Especies de flora presentes en el jardín del Carmen Rpdríguez Acosta, Granada.
'Bailarina' de ciprés.
Haz click en el nombre de la especie para ir a fichas actualizadas con datos y fotos
Buxus sempervirens (Boj)
Citrus x aurantium (Naranjo)
Citrus paradisi (Pomelo)
Cupressus sempervirens (Ciprés)
Magnolio grandiflora
Myrthus communis (Arrayán)
Rosa sp (Rosa)
Rosa banksiae (Rosa de pitiminí, Rosal de San Francisco)
Ruscus aculeatus
Taxus baccata (Tejo)
Parthenocissus tricuspidata Parra virgen
Viburnum tinus
Vitis vinifera (Vid)
Wisteria sinensis (Glicinia)
+ Cactus columnares elegidos por el propio pintor como decoración.
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UN LIBRO DE JUAN ENRIQUE GÓMEZ Y MERCHE S. CALLE
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rasgos comunes, las singularidades, descubrir la intimidad y sus ventanas abiertas al
exterior, con 730 fotografías de alta calidad, reportajes y textos sobre los cármenes
más significativos. Todo ello desde el conocimiento de la flora, que durante siglos, ha sido
signo de identidad y reflejo de sus moradores. (...)
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CARMENES DE GRANADA * FLORA * JARDÍN INTERIOR
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