FOTOGALERÍA: JUAN ENRIQUE GÓMEZ Y MERCHE S. CALLE
CARMENES DE GRANADA * FLORA * JARDÍN INTERIOR
CARMEN CASA DE LOS MASCARONES
EL VERGEL DE SOTO DE ROJAS
Sus poemas mostraron al mundo en el siglo XVII la belleza y singularidad de este tipo de
vivienda de recreo, retiro, jardín, huerto y paraíso para sus moradores.
JUAN ENRIQUE GÓMEZ Y MERCHE S. CALLE
El universo de los cármenes tiene dos nombres propios que forman parte del acervo literario
sobre la cultura el arte y la historia de las primitivas viñas y su evolución: Ibn al Jatib, en
la época árabe y Soto de Rojas en las primeras décadas tras la llegada de los cristianos. El
primero por su gran palacio convertido en almunia, viña y precursor de los cármenes, y el
segundo por ser quien mostró al mundo la belleza y singularidad de este tipo de vivienda de
recreo, retiro, jardín, huerto y paraíso para sus moradores.
En la calle Agua, una antiquísima vivienda, siglo XVII, muestra unos grandes mascarones de
piedra en su fachada lateral, balconadas de madera, rejas en sus ventanas y puertas de madera
agrietada por el paso de los siglos. Le llaman la Casa o Carmen de los Mascarones. Tiene la
singularidad de haber sido la residencia del canónigo y poeta Pedro Soto de Rojas (Granada
1584), la casa en la que vivió desde su vuelta a Granada en 1618, y en la que falleció en 1658,
que se puede considerar como uno de los primeros cármenes cristianos de la ciudad a pesar de su
origen árabe. Una vivienda central construida y ampliada sobre varias viviendas que se
encontraban en ese lugar, todas ellas con acceso mediante un pequeño callejón, o adarve, que les
daba privacidad, además de huertos abandonados tras la conquista y junto al lugar por donde
bajaba el agua de la acequia de Aynadamar tras caer desde el cerro de Fajalauza o de los
Almendros. Aquí fue donde el poeta y religioso escribió lo que podría considerarse como la
primera crónica y descripción de los cármenes de la etapa cristiana, su obra “Paraíso cerrado
para muchos, jardines abiertos para pocos”, un largo poema en el que describe de forma
minuciosa, apasionada y mística, su visión del carmen en el que vivía, con sus siete paratas,
que llama mansiones, situadas tras la casa que aún hoy se mantiene en pie, muy cerca de la
iglesia del Salvador de donde fue párroco.
El poema de Soto de Rojas muestra con su difícil léxico y la mística poética del siglo XVII la
realidad de la casa jardín y su entorno en el Albaicín, y deja ver la sutileza de los muros
cubiertos de trepadoras, la magnificencia de olores y sentimientos, de rosas y jazmines.
“Aquí la madre de las selvas mansa,
suelta, tiende su greña,
con diamantes dulcísimos sembrada,
cuyo fondo desdeña
majestuosa, al ámbar zahareña”.
Un poema en siete partes, los jardines y casas de su particular paraíso, que como quiso indicar
en el título de su obra, no estaba abierto a todos, porque los cármenes, las viñas
reconvertidas, eran sobre todo un espacio para el retiro y el disfrute de sus moradores,
abiertos solo a la contemplación del paisaje.
Verdes las calles, cándidos arqueros,
bravos soldados de jazmín florido,
cupidillos de amor llenos de antojos,
dulces rayos apuntan a los ojos,
del olfato, y disparan al sentido.
Antes de la llegada de Soto de Rojas a Los Mascarones, Miguel de Cervantes, amigo personal de
Soto de Rojas durante su estancia en Madrid, calificó la casa de los Mascarones como “Carmen de
poetas”, aunque no está claro que llegase a visitar el carmen, puesto que Cervantes falleció en
1616, dos años antes de que Soto de Rojas volviese para instalarse en Granada. El autor de El
Quijote sí vivió en Granada, pero fue en 1594. Quien al parecer sí visitó el carmen fue el poeta
maestro de Soto de Rojas, Luis de Góngora, que lo calificó como “monte de musas y jardín de
amores”, aunque algunos investigadores consideran que la descripción se refiere al Generalife y
no al carmen de Soto de Rojas.
La belleza de los jardines de la Casa de los Mascarones no pasó desapercibida a numerosos
escritores, viajeros y poetas. Federico García Lorca se dejaba llevar por el poema de Soto de
Rojas y le dedicaba una conferencia dada en Granada el 26 de octubre de 1926 y publicada en el
periódico El Defensor de Granada, con el título “Granada, paraíso cerrado para muchos”. Federico
afirmaba que “Soto de Rojas se encierra en su Jardín para descubrir surtidores, dalias,
jilgueros y aires suaves. Aires moriscos, medio italianos, que mueven todavía sus ramas, frutos
y boscajes de su poema”. Lorca, perfecto conocedor de la singularidad de Granada y sus gentes,
acude al propietario del carmen de los Mascarones para afirmar: “hace, a mi modo de ver, la más
exacta definición de Granada: paraíso cerrado para muchos”. Lorca mostraba así la esencia de
esfera privada del carmen, pero extrapolada a la ciudad.
Tras la muerte de Soto de Rojas, la Casa de los Mascarones también fue vivienda de otro de los
grandes artistas granadinos, el escultor José de Mora, autor del Cristo de la Misericordia. La
casa, declarada Bien de Interés Cultural, se encuentra abandonada como otros cármenes históricos
de la ciudad.
LAS FLORES DE SOTO DE ROJAS
En el poema de Soto de Rojas aparecen nombradas algunas plantas que estaban en su jardín.
Rosas y jazmines (
un murallón que, de jazmín vestido,) se citan en varias ocasiones y
además reconocemos los nombres de azucenas, jacintos, tulipán, lirios, alhelíes (
El
alhelí, cuya virtud estima el fármaco atendido), violetas, claveles
(Más galán el
clavel que presumido...), narcisos, mirtos y madreselvas.
Con tela doble se vistió el junquillo
de blanco y amarillo
Y también las plantas silvestres
El carmen de Soto de Rojas, en su poema, se distribuía en siete mansiones en alusión al paraíso.
Las mansiones corresponden con:
Mansión primera: Gruta + resumen del paraiso
Mansión segunda: Paseo pergolado
Mansión tercera: Huerto de frutales
Mansión cuarta: Alberca Casa de las aves y los peces
Mansión quinta: Quinta Esencia de jardín
Mansión sexta: Patio de la Fuente, Museo y Hortus Conclussus
Mansión séptima: Teatro de las flores
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