UN MILLAR DE VÍCTIMAS
Caza ilegal, cabra montés
Furtivos convierten los parques de Cerro Gordo y Sierra
Nevada en un campo de exterminio de cabras montesas
La aparición de cuerpos de machos decapitados en los acantilados
de la costa de Granada y de otros ejemplares que formaban parte de
seguimientos científicos en Sierra Nevada, alerta sobre la caza
ilegal
JUAN ENRIQUE GÓMEZ Y MERCHE S. CALLE * WASTE MAGAZINE
Estaba oculto entre la hojarasca y semienterrado tras unas rocas.
Era el cadáver de un gran macho montés al que le faltaba la
cabeza. Fue abatido por un disparo y decapitado porque lucía unas
grandes cuernas codiciadas por desalmados capaces de matar a un
animal para lucir sus restos como trofeo. Eran despojos
abandonados, sin el menor reparo, por cazadores furtivos que según
los datos de los parques naturales de la provincia de Granada, han
incrementado sus actividades, ya que es una forma fácil de hacer
dinero rápido. Su labor es atender las demandas de personas que no
dudan en pagar cantidades que oscilan entre 1.000 y 3.000 euros
para que les pongan a tiro un animal al que abatir, personas para
las que cazar de forma furtiva es un aliciente más en sus
aventuras de fin de semana.
Cuerpo de macho montés decapitado encontrado en loos
acantilados de Cerro Gordo - Granada
Entre el mes de enero y febrero de 2019, en los acantilados de
Cerro Gordo-Maro, aficionados al senderismo, encontraban cuatro
cuerpos de Capra hispánica pyrenaica decapitados. Han contado que
el espectáculo no se olvida. Expertos en el estudio y seguimiento
de las poblaciones de estos ungulados, que tienen en Granada el
territorio de mayor implantación a nivel mundial, comentan que los
furtivos «aprovechan que bajan de las zonas altas hacia la costa
en épocas donde en las montañas hace más frío. Los machos
deambulan solos y, en general son confiados, por lo que es fácil
acabar con ellos». No es posible entender como alguien puede
acabar, por un mal entendido deporte, con la vida de un
animal que se recorta sobre el horizonte entre las rocas de
la sierra.
Los hallazgos de machos muertos en Cerro Gordo
han sido investigados por los Agentes de Medio Ambiente y el
Seprona de la Guardia Civil, que realizan seguimientos de la caza
furtiva en la provincia, y que en numerosas ocasiones han alertado
sobre el incremento de esta actividad criminal tipificada en el
Código Penal.
Incremento
La situación de la caza furtiva, sobre todo de cabra montés, se ha
multiplicado de forma impresionante en Sierra Nevada, la Alpujarra
y la Contraviesa. En la sierra, las solicitudes de permisos para
cazar montesas aumentaron en un 600 por cien entre 2013 y 2015, de
50 peticiones se pasó a 300, una cifra que se queda muy corta si
se intenta hacer una aproximación a la realidad de la caza ilegal.
Los expertos creen que más de un millar de ejemplares de Capra
hispanica son cazados anualmente de forma furtiva. Hay que tener
en cuenta que los cuerpos que aparecen son los que han sido
dejados en las inmediaciones de caminos o carriles, ya que por el
interior de barrancos, acantilados y roquedos, no se suele
aventurar casi nadie, por lo que no se llegan a encontrar. Los
furtivos, según los agentes ambientales, se llevan las cuernas y
ocultan los cadáveres en zonas inaccesibles.
A quien paga para que le lleven a un puesto de
caza desde donde disparar a un animal, no le interesa saber si es
joven o viejo, macho o hembra, si deja crías abandonadas o es un
macho joven que aún puede procrear, todo depende del tamaño de los
cuernos. Más caro e importante si es un macho adulto de cuernos de
70 centímetros, pero si es una hembra de pequeños cuernecitos
también vale y le sale más barato.
Macho de cabra montés en los acantilados del parque natural
Cerro Gordo-Maro. Foto: Juanma Marín
En Sierra Nevada se lleva a cabo un programa de seguimiento de
cabra montés con controles de enfermedades. Cinco machos monteses
que formaban parte de estos estudios, que poseían collares con
transmisores GPS, fácilmente visibles, fueron abatidos por
furtivos. Eran animales de alto valor para los investigadores. Los
cazadores ilegales intentaron sin éxito destrozar los trasmisores
y enterrar los cuerpos para que no pudiesen ser localizados, pero
la señal se mantuvo y el hecho de que no cambiara de sitio alertó
a los investigadores de que algo ocurría al animal, era el signo
que indicaba que estaba muerto.
Agentes de Medio Ambiente, Guardia Civil,
científicos y naturalistas dan la voz de alarma: un millar de
víctimas puede ser una aproximación que se queda muy corta ante la
magnitud del acoso criminal que sufre una especie que a pesar de
que posee un alto índice de crecimiento poblacional, no debe ser
diezmada.
La muerte se anuncia en Internet
Hay centenares de anuncios en Internet en los que se ofertan
puestos para cazar machos monteses, hembras y juveniles. Aunque
una gran parte son legales –cacerías con permisos–, la Guardia
Civil y la Consejería de Medio Ambiente investigan estos anuncios
porque una parte importante, dicen, son reclamos de cacerías
furtivas revestidas de legalidad. Hay anuncios desde 850 euros por
animal hasta más de 3.000, e incluso de personas que venden
animales para llevarlos a parajes donde serán cazados.
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