PAISAJES Y BIODIVERSIDAD
LAS TORRES DEL CANAL DE ORO
EL ACUEDUCTO QUE LLEVA A BELÉN
La imagen del Canal de los Franceses llena el paisaje que desde Dúdar asciende al Cerro del Sol
JUAN ENRIQUE GÓMEZ Y MERCHE S. CALLE * WASTE MAGAZINE
La luz de la alborada deja caer sus primeros destellos desde los montes de Quéntar hacia las colinas arcillosas que configuran el valle del Genil. Desde oriente iluminan un extraño grupo de torres que se alzan sobre tierras de olivos y barbechos, de matorral de degradación, de espartos y aulagas. Son una docena de construcciones que parecen añorar tiempos en los que soportaban el paso de un gran acueducto que desde el río Aguas Blancas conducía agua hasta las minas de oro de los cerros de Cenes, la conducción construida por una compañía francesa en el siglo XIX. Contemplar las torres cuando la luz del incide sobre sus pilares de piedra seca es dejarse transportar en el tiempo, viajar a la década de 1880, cuando el ingeniero de minas francés, Edmond Guillemin-Tarayre, construyó el Canal de los Franceses, con el objetivo de llevar agua desde una captación que fue cubierta por el actual pantano de Quéntar, hasta las minas de oro de su compatriota, Adolphe Goupil, situadas en Cenes de la Vega. (..)
VÍDEO *HACIA LAS TORRES DEL CANAL DE LOS FRANCESES
VÍDEO: MERCHE S. CALLE Y J. E. GÓMEZ
(..)
La compañía francesa necesitaba agua para deshacer el conglomerado arcilloso de la montaña y, mediante el mismo sistema que los romanos, ruina montium, inyectar agua en la montaña hasta provocar la ruptura de zonas concretas del cerro y liberar así el oro de una tierra depositada en estos parajes por los aluviones procedentes de los alzamientos montañosos hace ocho millones de años. Guillemin-Tarayre, utilizó sistemas de sifón y vasos comunicantes para hacer que el agua bajase más de 100 metros hacia el barranco donde construyó un puente acueducto de dos arcadas y que a partir de ahí subiese otro tanto para continuar su camino por el canal, sustentado por las torres, hoy solitarias y huérfanas sobre los montes de Dúdar.
La imagen de las viejas torres recuerdan paisajes de universos de fantasía, donde se suceden las luchas entre fuerzas del bien y del mal. Se mantienen erguidas para contar la historia de un territorio que escondía grandes tesoros en sus entrañas, riquezas que buscaron los romanos para costea, desde el sureste de Hispania, las campañas del César. Más tarde, los gobernantes del Reino de Granada, ziríes y nazaríes, siguieron los pasos del antiguo Imperio y volvieron a explotar el oro que nacía al sureste de la Alhambra.
La hilera de torres se levanta en el camino que desde la localidad de Dúdar se dirige hacia el Cerro del Sol, hacia el Llano de la Perdiz y, desde allí, baja a la Dehesa del Generalife y la ciudad de Granada. Es un recorrido frecuentado por ciclistas y senderistas, que utiliza la carretera de Dúdar a la capital como vía para convertirlo en circular. Pero que puede convertirse en un suave paseo si lo que se pretende es, únicamente, conocer y disfrutar de la belleza de las torres del canal, apreciar su historia y observar el paisaje que crea el valle del río Aguas Blancas en su camino desde el embalse de Quéntar, situado aguas arriba de este punto del acueducto decimonónico, hasta desembocar en el cauce del Genil. Un paisaje que en el inicio del invierno aún posee el dorado de las hojas de sauces, álamos, chopos y fresnos, un espectacular bosque de ribera generado por el paso de un río humilde, que aún mantiene la salud de sus aguas.
Caminar desde la entrada de Dúdar hacia las torres es internarse en espacios geológicamente únicos. Sus tierras, ocres y rojizas, son arenas arcillosas entre las que se aprecian cantos rodados, piedras de pequeño y gran tamaño que un día formaron parte de los fondos marinos del mar de Tetis, origen de Alborán, que se alzaron con la orogénesis alpina, iniciada hace 20 millones de años, para dar lugar a las grandes montañas béticas y la cordillera alpina. El tiempo generó corrientes de aluvión de tierras que se depositaron, poco a poco, bajo las grandes montañas. En esta zona crearon un especial sustrato que los geólogos bautizaron como Conglomerado Alhambra. En la subida hacia las torres, al noreste, se aprecia un gran cerro de tierras rojizas coronado por una meseta, con laderas que caen como tajos sobre los barrancos de Dúdar. Dejan ver los cortes estratigráficos que cuentan la evolución de un territorio singular.
La luz que el sol de la mañana lanza hacia las torres del canal, marca también un camino especial para la Navidad. Señala el sendero que, poco antes de llegar a las inmediaciones del Cerro del Sol, atraviesa un pequeño valle formado por el arroyo de Belén, donde un viejo cortijo, con el mismo nombre de la aldea de la Natividad, desde 1882, da la bienvenida a los caminantes.
Las torres del viejo canal, son también, el camino hacia el valle de Belén.
¿CÓMO LLEGAR?
BIODIVERSIDAD
Especies presentes en este espacio natural
Artemisia campestris subsp glutinosa
Artemisia herba alba
Capparis spinosa (Alcaparra)
Celtis australis (Almez)
Daphne gnidium Torvizco
Dittrichia viscosa
Foeniculum vulgare (Hinojo)
Hyparrhenia hirta
Olea europaea (olivo)
Prunus dulcis (Almendro)
Retama sphaerocarpa
Rosmarinus offinalis (Romero)
Rubus ulmifolius (Zarzamora)
Scirpoides holoschoenus (Junco churrero)
Stipa tenacissima (Esparto)
Ulex parviflorus
Ulmus minor

Colotis evagore
Mariposas
Colotis evagore
Colias croceus
Vanessa cardui
Pieris rapae
TEMAS RELACIONADOS
Una serie de reportajes para mostrar la riqueza natural que nos rodea, sus ecosistemas y a sus singulares habitantes.
Granada y las tierras del sureste de Andalucía poseen la mayor diversidad biológica de Europa, parajes únicos para vivir en tiempos de estío