PAISAJES Y BIODIVERSIDAD
CAMINO DEL AVELLANO
FUENTE DE HADAS Y AGUADORES
Llegar hasta el Avellano es conocer el paseo de los poetas,
participar en la tertulia de Ganivet y descubrir los misterios del
Darro
JUAN ENRIQUE GÓMEZ Y MERCHE S. CALLE * WASTE MAGAZINE
Escondida bajo las faldas de la colina roja añora un pasado en el
que ofrecía granada. Aún cae un hilo de agua de los surtidores del
Avellano. Son las últimas lágrimas de la sultana Aixa, la madre de
Boabdil, que llora tras ser abandonada por Muley Hacen enamorado
de la cristiana Zoraida. Su sabor es agrio, amargo y fresco. Su
color, cristalino, porque es agua de hadas y encierra los
misterios de la colina de la Alhambra. Muy cerca de la ciudad de
Granada, en la ribera izquierda del Darro, un paraje circundado de
sauces, almeces, olmos y zarzamoras ha sido escenario de misterios
ancestrales, tardes de poesía y añoranzas. Es un paisaje de sombra
permanente que mira hacia la Abadía del Sacromonte como receptora
de la fantasía esotérica de los libros plúmbeos, situado en el
punto medio de una línea imaginaria que los enlaza con el centro
neurálgico de los palacios nazaríes. (...)
(...) Visitar la Fuente del Avellano es internarse en un
territorio de leyendas que el devenir de los siglos ha escrito en
el imaginario de la Granada más profunda. No es posible entender
la fascinación que este paraje ha generado en las culturas de un
milenio sin recorrer una mañana de invierno el sendero que
discurre bajo la ladera del Generalife aguas arriba del ‘río de
oro’ y contemplar con detenimiento los líquenes sobre las paredes
arcillosas, las colonias de auricularias y costras porosas, hongos
que ocultan troncos de árboles viejos; las hojas amarillas de los
álamos, y caminar por la umbría hacia el oriente con la visión
constante del cerro de Valparaíso (Sacromonte) bañado por la luz
del sol.
Recorrer la ladera
El camino parte del Paseo de los Tristes, igual que lo hacía en
tiempos de los reyes nazaríes. Una vez que se cruza el Darro por
el puente del Aljibillo, el del Rey Chico, a la izquierda,
asciende el Camino del Avellano, que siempre fue una ancha vereda
de tierra roja. Gana altura durante un centenar de metros y se
hace llano y cómodo. Es el paseo literario y poético de Granada,
donde es posible leer los versos de un escogido grupo de poetas
que desde hace unos años están tallados en placas metálicas
grapadas a grandes rocas situadas a los bordes del sendero,
donde Emily Dickinson describe a los pequeños petirrojos,
Juan de la Cruz muestra la «cristalina fuente» y Carvajal recuerda
a los ruiseñores de las riberas del Darro. De los lados del camino
parten veredas que ascienden hacia la colina de la Sabika, en un
intento de coronar la Silla del Moro, otras buscan las
canalizaciones de la antigua Acequia Real de la Alhambra. Y hacia
abajo, se internan en antiguos cortijos y viviendas situadas en la
ribera, y caminan hacia ya inexistentes puentes sobre el río. La
ladera es de vegetación frondosa que ha rellenado con aulagas,
romeros, lentiscos, olivos perdidos y almendros, los espacios de
viejas terrazas que durante décadas fueron huertos. En los puntos
más sombríos, especies de flora como helechos, culandrillos de
pozo y ombligos de venus, aprovechan la humedad que rezuman los
conglomerados arcillosos que forman la montaña y que se ven
cubiertas por densas hiedras y las exuberantes flores de la viuda,
de color morado. Higueras, fresnos y nogales, reafirman que el
camino y la colina forman parte de un claro ecosistema
mediterráneo en el borde de la ciudad.
Y el Avellano, una pequeña plaza empedrada, rodeada de un pretil
de piedra a modo de largo banco en el que descansar, donde una
construcción de piedra cubre la tierra de la montaña y que desde
1827 acoge un pilar sobre el que caen dos finos caños de agua, la
Fuente del Avellano, hasta ese momento, era un tímido manantial,
una surgencia por la que aparecía el agua que se filtraba entre
los conglomerados tras escaparse, poco a poco, del cauce de la
Acequia Real, por lo que algunos granadinos la llamaron Fuente de
las Lágrimas. A final del XIX, la plaza y fuente fueron el
escenario de las tertulias poéticas y filosóficas de la Cofradía
del Avellano, fundada por Ángel Ganivet y otros escritores e
intelectuales, que al atardecer caminaban hacia la fuente para
soñar una nueva Granada, como las leyendas dicen que le ocurrió a
Alhamar, que en este paraje recibió la vista del ángel Azael que
le incitó a construir la fortaleza roja.
Fuente de la Agrilla
Durante décadas el agua del Avellano era captada cada día por
grupos de aguadores que con sus cántaros la transportaban para
venderla en la ciudad, donde voceaban sus bondades para el cuerpo
y el alma.
El agua ya no viene de la Alhambra. Tras la remodelación y
encauzamiento de la Acequia Real, el Avellano perdió una de sus
esencias, el amargor del agua, provocado por minerales
ferruginosos y carbonatos de la montaña. Pero la leyenda persiste,
sigue viva unos metros más adelante, por la senda que avanza hacia
el este entre zarzas y saucedas. Allí está Fuente Agrilla, una
oquedad en la colina, donde a veces surge un hilo de agua que aún
es amarga porque dicen que es el refugio del hada que vivía en el
espíritu de Aixa.
Fuente de la salud, conocida tambien como segunda fuente
del Avellano, se le atribuyen propiedades medicinales y
también que era la favorita de Aixa, en la actualidad está
seca
Las fuentes del Avellano, en ‘peligro de extinción’
El abandono y el vandalismo destruyen los manantiales que
durante siglos llenaron los cántaros de los aguadores
Las tres fuentes que trazan el camino que desde el Paseo de los
Tristes recorre la ribera izquierda del Darro necesitan de
actuaciones urgentes que eviten su inminente
desaparición
JUAN ENRIQUE GÓMEZ Y MERCHE S. CALLE * WASTE MAGAZINE
Se llaman de la Salud y Agrilla. Son dos humildes
manantiales que junto a la de la Cofradía de Ganivet, forman
la línea de fuentes del Camino del Avellano y dejan escapar el
agua que discurre por el interior de los conglomerados arcillosos
del Cerro del Sol. Estas tres surgencias, que recogen las
filtraciones que se producen en los cauces de la Acequia Real de
la Alhambra y la del Tercio, que riega el Generalife, podrían
clasificarse como ‘en peligro crítico de extinción’ debido al
grave deterioro que padecen sin que ninguna de las instituciones
responsables del patrimonio histórico hagan nada por remediarlo.
Todo el mundo parece conocer la fuente del Avellano, pero a nadie
extraña que los elementos arquitectónicos que rodean su pilar de
piedra estén completamente desprendidos, deformados, que el muro
que sustenta el cerro esté semiderruido y que todo el conjunto que
forma una pequeña placeta-mirador sobre el cauce del Darro y la
Abadía del Sacromonte, se encuentre plagado de pintadas, con el
pavimento levantado y el pretil de piedra que rodea el mirador,
semidestruido. Es la imagen de una de las fuentes más conocidas y
tradicionales de la ciudad, donde el filósofo y escritor Ángel
Ganivet, fundó la Cofradía del Avellano, y uno de los lugares que
se recomiendan a los turistas amantes de los espacios naturales e
históricos. Pero a nadie extraña la situación de la fuente cuando
en el camino de acceso, los bloques de piedra y placas con
poemas alusivos a Granada y sus encantos, en la Ciudad de la
Literatura, son víctimas permanentes de grafiteros e incluso se
convierten en dianas para prácticas con escopetas de perdigones.
Las más humildes
Pero algo más allá de la placeta del Avellano, a unos 300 metros
por un estrecho camino que discurre entre un bosque de ribera, hay
otras dos fuentes que ya ni siquiera tienen agua y se encuentran
casi ocultas por la vegetación y en una situación de deterioro que
podría considerarse irreversible. Son las de la Salud y la que se
conocía como la Agrilla por el sabor del agua. Se usaban desde
hace más de cinco siglos, desde que pequeños hilillos comenzaron a
manar del interior de la tierra y los granadinos de la época, poco
después de construirse la Acequia Real de la Alhambra, creyeron
que el agua tenía propiedades curativas y mágicas. Estos dos
manantiales, separados medio centenar de metros uno de otro,
fueron convertidos en fuentes durante el siglo XIX, cuando los
aguadores vendían en la ciudad el agua de las tres fuentes. El
geólogo del CSIC, Antonio Castillo, recoge en el libro
‘Manantiales’, que en agosto de 1879 el agua salía a 15,2
grados centígrados y que era «el agua que toda Granada quería
beber», y en especial la de la Salud, ya que se dice que tenía
propiedades medicinales y que su sabor era el más dulce y suave de
las tres surgencias. En la base de datos on-line ‘Conoce tus
fuentes’, Castillo, refleja que las de la ladera del Cerro del Sol
son objeto de tradiciones y leyendas.
La fuente de la Salud está escondida en un recodo del camino, el
pilar está destrozado y su estructura frontal, semidestruida. La
siguiente fuente, la Agrilla, tiene la bancada que utilizaban los
aguadores completamente desmontada. El pilar roto y en el frontis,
una placa de piedra ha desaparecido. Los elementos arquitectónicos
han sido expoliados. El camino junto a las fuentes es además paso
obligado para acceder a un grupo de cuevas ‘okupadas’,
semiocultas entre la vegetación.
La Agrilla es también conocida como Fuente de las Lágrimas, porque
es la que frecuentaba Aixa, la madre de Boabdil. La leyenda cuenta
que la felicidad por el amor entre la sultana y Muley-Hacén, hacía
que el agua fuese dulce, pero cuando el rey nazarí se enamoró de
la cautiva Zoraya, Inés de Solís, el agua de la fuente se volvió
agria porque recogía las lágrimas de Aixa.
Las fuentes del Avellano, escondidas entre la vegetación ribereña
del Darro, necesitan una intervención urgente para evitar su
desaparición.
Están en el municipio de Granada, dentro del perímetro de
influencia de la Alhambra y forman parte del espacio natural
protegido como Parque Periurbano de la Dehesa del Generalife, pero
en realidad parecen estar en territorio de nadie.
Un sendero circular que permita cruzar el Darro
Quienes conocen los caminos que desde el Paseo de los Tristes
recorren la ladera del Cerro del Sol saben que es uno de los
recorridos más atractivos que pueden realizarse en las
inmediaciones de la ciudad, pero no existe una posibilidad real
(excepto unas maderas peligrosas) de cruzar el Darro y conectar la
vereda del Avellano con el camino del Sacromonte. Sería un gran
atractivo turístico habilitar un sendero que permitiese ir por el
Avellano y volver por el Sacromonte, o viceversa.
Científicos y senderistas piden la conexión entre el Camino
del Avellano y el Sacromonte
Creen que podría aprovecharse el plan de mejora del Darro que
realiza la Confederación y la adecuación de acequias que ejecuta
la Alhambra
Por Juan Enrique Gómez
Conectar las dos riberas del Darro, es decir el camino y senda del
Avellano con el Sacromonte, es la única posibilidad de
regeneración de los senderos tradicionales que discurren bajo la
ladera de la Alhambra y que los elementos patrimoniales que
engloban puedan convertirse en parte de la oferta cultural y
turística de la ciudad. Es la reacción de científicos y grupos
senderistas tras el reportaje publicado ayer por IDEAL, en el que
se denunciaba que las tres fuentes del Avellano y los caminos que
las unen se encuentran en un pésimo estado de conservación y a
solo un paso de la desaparición.
Durante toda la mañana de ayer se sucedieron los correos y
contactos entre historiadores, arqueólogos, geólogos y
especialistas en ecoturismo y turismo de naturaleza con el
objetivo de alertar a los responsables del mantenimiento de este
espacio sobre la necesidad de su conservación y evitar su
inminente extinción.
Antonio Castillo, hidrogeólogo y autor de numerosos trabajos sobre
manantiales y fuentes de la provincia de Granada y Andalucía,
asegura que desde la plataforma ‘Conoce tus fuentes’ «hemos
tratado este tema en diversas ocasiones y creemos que la mejor
forma de acometer un programa de puesta en valor de estos espacios
es mediante la creación de un sendero circular que una las dos
riberas y permita recorrer el camino del Avellano completo, cruzar
el Darro y recorrer la ribera y el barrio del Sacromonte».
La nefasta situación de los caminos que desde el paseo de los
Tristes llegan hasta la placeta-mirador de la fuente del Avellano
y la senda que continúa aguas arriba del Darro, se debe a la
confluencia de diversas circunstancias: el vandalismo y el
abandono institucional que tiene su base en que para cualquier
intervención es necesaria la participación de tres
administraciones por mínima que sea la obra. El Ayuntamiento
necesita el permiso de la Consejería de Medio Ambiente de la Junta
y además del Patronato de la Alhambra, ya que el terreno por el
que discurre el sendero forma parte del espacio protegido con la
figura de Parque Periurbano, y está dentro del perímetro de
protección de la Alhambra y el Generalife.
Además, si se tocan aguas o riberas, es necesario el
consentimiento de la Confederación Hidrográfica del Guadalquivir,
por lo que es casi imposible materializar proyectos aunque sean de
mantenimiento, por lo que el Avellano, sus fuentes y senderos se
han convertido en un territorio olvidado y abonado para el
botellón, con grupos de personas que realizan fogatas en noches de
frío. Asimismo es de paso de ‘okupas’ que habitan las cuevas que
se encuentran en la ladera del cerro del Sol, que habían sido
clausuradas hace unos años y que volvieron a ocuparse. El camino
del Avellano y la senda posterior es frecuentada habitualmente por
grupos de personas que se dirigen a estas cuevas y que se mezclan
con turistas despistados y ciclistas que intentan hacer el
recorrido de la ribera del Darro.
Las personas que habitualmente visitan esta zona piden que la
Confederación construya un puente que conecte las dos riberas,
similar a los que cruzan el Genil en el camino de la Fuente de la
Bicha, ya que sí se puede cruzar el río y que el Ayuntamiento y la
Junta habiliten y mejoren el sendero, que se convertirá en un
recorrido muy frecuentado y se acabará con gran parte de los
problemas de inseguridad y vandalismo que sufre esta zona de la
capital granadina.
En 2015
Los senderistas y habituales de la zona del Avellano consideran
que este año podría ser un buen momento para acometer la
preparación de un sendero circular y la conexión entre las dos
riberas, ya que la Confederación Hidrográfica del Guadalquivir
tiene en marcha un plan de conservación y mejora del cauce y
riberas del Darro y el Patronato de la Alhambra y Generalife
realiza proyectos de mantenimiento y recuperación de las acequias
que discurren por el cerro y se internan en la Alhambra. De hecho
el agua de las fuentes del Avellano, Agrilla y la Salud procedían
de filtraciones de esas acequias históricas.
BIODIVERSIDAD
Especies presentes en este espacio natural
Adiantum capillus-veneris (Culandrillo de pozo)
Flora
Adiantum
capillus-veneris (Culandrillo de pozo)
Ailanthus altissima (Ailanto)
Antirrhinum hispanicum (Conejitos de
roca)
Celtis australis
(Almez)
Chaenorhinum villosum
Corylus avellana
(Avellano)
Crataegus monogyna
(Majuelo, espino albar)
Cupressus sempervirens (Ciprés)
Cymbalaria
muralis (Hierba de campanario)
Equisetum ramosissimum
Euphorbia characias
Ficus carica
(Higuera)
Fraxinus
angustifolia (Fresno)
Galium aparine
(Amor de hortelano)
Hedera helix
(Hiedra)
Iris germanica
Juglans regia
(Nogal)
Ornithogalum
umbellatum
Osyris alba (Retama loca)
Papaver rhoeas (Amapola)
Parietaria diffusa
(Parietaria)
Parthenocissus
quinquefolia
Philadelphus coronarius (Celinda)
Pistacia lentiscus
Polulus nigra
Quercus rotundifolia
(Encina)
Retama sphaerocarpa
Rhamnus alaternus
Robinia
pseudoacacia
Rosa canina
Rosmarinus officinalis
(Romero)
Rubus ulmifolius
(zarzamora)
Salix alba
Sanguisorba verrucosa
Scrophularia lyrata
Silene vulgaris
Smyrnium olusatrum
Tamus communis
Trachelium caeruleum (Flor de la
viuda)
Ulmus minor
Umbilicus rupestris
Vinca difformis (Hierba doncella)
También encontramos en paredes rezumantes
algunos briofitos como
Lunularia cruciata
Setas
Auricularia
auricula-judae (Oreja de judas)
Auricularia
mesenterica
Calocera cornea
(Cuerno bonito)
Chondrostereum
purpureum (Estéreo purpúreo)
Coprinus
disseminatus
Crepidotus
variabilis
Exidia thuretiana
Gerronema
ericetorum
Parasola plicatilis / Coprinus
plicatilis
Phaeomarasmius rimulincola
Schizophyllum
amplum
Schizophyllum
commune
Spinellus fusiger
Steccherinum
ochraceum
Stereum hirsutum
Tremella
mesenterica
AVES
Aegithalos
caudatus (Mito)
Athene
noctua (Mochuelo)
Coccothraustes
coccothraustes
Columba livia
(Paloma)
Columba
palumbus (Paloma torcaz)
Cyanistes
caeruleus (Herrerillo)
Cyanopica cyanus
(Rabilargo)
Erithacus
rubecula (Petirrojo)
Fringilla
coelebs (Pinzón vulgar)
Garrulus
glandarius
Hirundo rustica (Golondrina común)
Periparus
ater (Carbonero garrapinos)
Motacilla
alba (Lavandera blanca)
Muscicapa striata (Papamoscas
gris)
Parus
major (Carbonero común)
Passer domesticus (Gorrión común)
Phoenicurus ochruros (Colirrojo tizón)
Pica pica
(Urraca)
Turdus merula
(Mirlo Común)
Liquenes
Cladonia pyxidata
Cladonia subcervicornis
Collema crispum
Fulgensia fulgens
Xanthoria parietina (Liquen de
los muros)
Auricularia auricula-judae (Oreja de judas)
Arcyria obvelata
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