LOS SAPOS SE APAREAN EN LA ACEQUIA REAL DE LA ALHAMBRA
Lo hacen casi un mes más tarde de lo normal por la falta de
lluvias de este invierno
JUAN ENRIQUE GÓMEZ Y MERCHE S. CALLE * Textos, vídeos, fotos
Desde el cauce de la acequia llega un ronroneo constante, en
ocasiones brusco. Procede de una abultada masa de color ocre y
verde que genera movimientos ondulantes en la lámina de agua. Es
un grupo de sapos comunes machos que intentan unirse en una cópula
que en los anfibios se denomina amplexus. Lo hacen en el interior
de la Acequia del Tercio, la derivación de la Acequia Real de la
Alhambra que entra en las huertas y jardines del Generalife.
Las cópulas de los sapos comunes, Bufo spinosus, se han retrasado
este año. La ausencia de lluvias ha provocado que los sapos hayan
tardado más en salir de su letargo invernal y, por tanto, no
pudieron comenzar sus apareamientos desde mediados de enero que es
su fecha habitual. Ahora, ya entrado el mes de marzo, los amplexus
se suceden en numerosos puntos de la acequia y en las albercas y
estanques de la Alhambra y el Carmen de los Mártires.
Los sapos de la Alhambra, denominados como ‘sapos nazaries’ cuando
hace unos años fueron objeto de programas de cuidados y
reintroducción en esta zona
(reportaje Sapos
nazaries) han consolidado sus poblaciones y han vuelto a
formar parte de la fauna del Cerro del Sol y la colina de Santa
Elena, gracias a los esfuerzos de la Sociedad Granadina de
Herpetología y a numerosos voluntarios que, cada año, colaboran en
el mantenimiento y cuidado de los anfibios, como los alumnos de
las Escuelas del Ave María, que colocan carteles a lo largo de las
acequias para dar a conocer la presencia de los sapos y pedir a
los visitantes que no dejen a sus perros que caminen por el cauce,
ya que con esa acción exterminan a una gran parte de los anfibios
de esta acequia, primero porque no les permiten aparearse, después
porque destrozan los cordones donde se encuentran los huevos y,
más tarde, matan a las larvas.
Beneficiosos
Los responsables del Patronato de la Alhambra, entendieron que los
anfibios son beneficiosos para equilibrio ecológico del espacio
alhambreño, ya que miles de sapillos que ya terminaron su
metamorfosis se alimentan principalmente de ácaros, pulgones y
hormigas y cuando crecen continúan con su dieta insectívora que
amplían con arañas, saltamontes y otros insectos de tamaño
medio, por lo que se han convertido en un magnífico aliado
en el control de plagas. Por otra parte, estos animales son
depredados por aves grandes, como garzas, garcillas y águilas
culebrera y calzada. La necesidad de aguas no contaminadas, ha
convertido a esta especie en una clara bioindicadora de la calidad
de los ecosistemas en los que habita, por lo que también aporta
datos a los científicos sobre la calidad ambiental de los cursos
de agua.
SAPOS NAZARÍES
Salen de sus letargos invernales y dejan ya sus puestas de miles
de huevos en acequias y estanques de la Alhambra
Las medidas de protección de anfibios en el conjunto monumental
han dado sus frutos y crecen las poblaciones de especies
bioindicadoras de la calidad de las aguas
JUAN ENRIQUE GÓMEZ Y MERCHE S. CALLE
Al atardecer en los bordes de la acequia Real de la Alhambra se
oye un chasquido similar al ladrido de un perro pequeño. Es la
llamada sexual de un sapo macho que espera la llegada de hembras
con las que reproducirse. A pesar de que su máxima presencia se
produce con el inicio de la primavera, la subida de temperaturas
tras un mes de enero especialmente frío les ha sacado ya de su
invernada y ha hecho que recuperen la actividad perdida al final
del otoño y que desde mediados de febrero se puedan ver en el
fondo de los estanques poco profundos, especialmente en el
Generalife, el Partal, las acequias Real y del Tercio, e incluso
en los estanques de jardines del entorno del conjunto monumental
nazarí, como el Carmen de los Mártires. La Alhambra y los canales
de la colina roja son un territorio en el que estos anfibios se
hacen presentes antes de que termine el invierno, con anterioridad
a lo que ocurre en otros espacios ibéricos (...)
(...) La creciente presencia de sapo común (Bufo spinosus) en esta
zona es la respuesta a las actuaciones de protección de anfibios
que desde hace unos años se han puesto en marcha en el recinto
monumental y por parte del Patronato de la Alhambra y el
Generalife, que junto a expertos de la Asociación
Herpetológica granadina, realizan, de forma regular,
limpiezas y adecuación de acequias y estanques para que los
anfibios puedan vivir y reproducirse. Se han llevado a cabo
trabajos de investigación y recuperación de especies y mejora de
hábitats. El pasado verano, dirigidos por el biólogo Juan Ramón
Fernández Cardenete, especialista en anfibios, se llevó a cabo una
campaña de salvamento de larvas y sapillos que ya habían
completado su metamorfosis en los Albercones del Generalife, ya
que los estanques tenían que ser vaciados para limpiarse, por lo
que miles y miles de sapos morirían de forma irremediable. Los
expertos y voluntarios los recogieron para trasladarlos a otros
espacios donde pudiesen continuar su crecimiento,
Dentro del llamado Proyecto de Recuperación de Anfibios de la
Alhambra, se ejecutan pequeñas actuaciones que favorecen la
protección de los anfibios, sobre todo sapos y ranas, ya que las
salamandras y gallipatos desaparecieron de esta zona hace años. Se
han colocado pequeñas rampas de madera o de obra entre el fondo de
estanques y albercas hasta el exterior para que los anfibios
puedan entrar y salir; traslados cuando algunas de las albercas
han tenido que ser cloradas, e incluso se han plantado especies de
flora acuática en las acequias para que las larvas de sapos puedan
crecer con mayores garantías.
Denostados
La imagen de los sapos ha provocado que sean denostados y
rechazados por muchas personas, pero su presencia es fundamental
para la pervivencia de ecosistemas húmedos. Los responsables del
conjunto monumental han entendido que son beneficiosos para
equilibrio ecológico del espacio alhambreño, ya que miles de
sapillos que ya terminaron su metamorfosis se alimentan
principalmente de ácaros, pulgones y hormigas, y cuando crecen
continúan con su dieta insectívora que amplían con arañas,
saltamontes y otros insectos de tamaño medio, por lo
que se han convertido en un magnífico aliado en el control de
plagas. Por otra parte, estos animales son depredados por aves
grandes, como garzas, garcillas y águilas culebrera y calzada. La
necesidad de aguas no contaminadas, ha convertido a esta especie
en una clara bioindicadora de la calidad de los ecosistemas en los
que habita, por lo que también aporta datos a los científicos
sobre la calidad ambiental de los cursos de agua.
En febrero, en las acequias y estanques alhambreños ya se pueden
observar unos larguísimos tubos de color pardo semitransparentes
que en su interior contienen decenas de miles de huevos. Son las
puestas de los sapos, que ovopositan en zonas soleadas a
media profundidad, cordones gelatinosos de aproximadamente un
centímetro de grosor y varios metros de largo. Las estimaciones de
los expertos indican que cada puesta puede contener desde 2.000 a
10.000 huevos.
Junto a la acequia Real, el sonido de llamada se ha convertido en
un ronroneo suave e insistente que parece no terminar nunca, es el
que producen una pareja de Bufo spinosus que tras el reclamo para
el apareamiento, han logrado unirse para reproducir la especie, en
un amplexus (cópula en los anfibios anuros, sin cola) que se
mantendrá durante horas. Es la señal clara de la buena salud y
permanencia de las poblaciones de sapos en las aguas nazaríes.
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