BOSQUES
Y SELVAS, CLAVE PARA EL EQUILIBRIO DE LA TIERRA
La importancia de bosques y selvas
Por
Benedicto Cuervo Álvarez.
Los bosques son ecosistemas imprescindibles para la vida. Son el
hábitat de multitud de seres vivos, regulan el agua, conservan el
suelo y la atmósfera y suministran multitud de productos útiles.
La vida humana ha mantenido una estrecho relación con el bosque.
Muchas culturas se han apoyado en productos que obtenían del
bosque: madera para usarla como combustible o en la construcción,
carbón vegetal imprescindible en la primera industria del hierro,
caza, resinas, frutos, medicinas, etc. Pero a la vez de producir
más alimentos exigió talar bosques para convertir los en tierras
de cultivo y en muchas épocas se consideraba que los bosques eran
fuente de enfermedades, refugio de bandoleros y que dificultaban
la defensa, por lo que se talaron grandes extensiones alrededor de
las ciudades. También la construcción de barcos y las primeras
ferrerías supusieron la destrucción de muchas arboledas.
R
ecuperación de zonas incendiadas en Lanjarón, Sierra Nevada.
Reportaje completo
Se estima que hace unos 10.000 años, cuando terminó el último
periodo frío, los bosques ocupaban entre el 80 y el 90% de la
superficie terrestre, pe ro a partir de entonces la deSforestación
ha sido creciente y en la actualidad los bosques cubren entre un
25% y un 35% de la superficie terrestre, según cuál sea el
criterio con el que se determine qué es bosque y qué no lo es.
Las mayores extensiones de selvas y bosques se localizan en
América del Sur (Selva Amazónica), América del Norte (Estados
Unidos y Canadá) y Centroamérica (México). En estas regiones las
selvas y bosques se extienden por unos 13.300.000 Km2.
Bosque de secuoyas en el Parque Natural de la Sierra de Huétor,
Granada. Reportaje
La Amazonia es la región más devastada por la acción de las
compañías multinacionales de la madera Norteamericana. En Bahía
Solano, en el Cho có, (Colombia) se está desarrollando el
megaproyecto maderero de la multinacional canadiense Prima
Colombia Hardwood–Rem Forest Productos. La empresa pretende
explotar cinco millones de metros cúbicos de madera durante 15
años; la extensión de selva a talar son alrededor de unas 200.000
hectáreas.
Indudablemente explotaciones abusivas de este tipo podrían acabar
con la selva amazónica en las próximas décadas del actual siglo.
Veamos, en estas fotos aéreas, cómo la selva virgen Amazónica ha
pasado, en pocos años, a ser una zona totalmente deforestada por
los intereses de gobiernos y multinacionales del sector maderero
que obtienen cuantiosos beneficios por su explotación.
Aparte de los bosques y selvas americanas, también existen masas
boscosas en el continente asiático con una importante presencia en
la región de Siberia y Borneo. En estas dos regiones de Asia el
bosque tiene una exten sión superficial en torno a los 4.270.000
Km2.
En Europa el bosque es más reducido que en el continente americano
y tan solo tiene importancia en el Norte del continente, en
concreto en Escandinavia y Rusia. En estas zonas el bosque cubre
unos 2.160.000 km2.
Por último, en el continente africano aún existen algunas manchas
boscosas en el Congo y Guinea. Su extensión total es de unos
1.600.000 Km2. Lo que supone una cuarta parte del total del bosque
tropical.
En la actualidad la desforestación mundial es de unos 14,6
millones de ha. anuales, lo que supone aproximadamente el total de
la extensión de Venezuela. El negocio de la tala ilegal de árboles
en el mundo se eleva a unos 9.000 millones de euros anuales.
¿Qué beneficios proporciona el bosque al hombre? El bosque produce
el oxígeno que necesitamos para respirar, ya que las plantas
verdes son los únicos seres capaces de transformar la energía
solar en energía química. Du rante este proceso, las plantas
verdes absorben el venenoso dióxido de car bono y liberan oxígeno,
completamente necesario para el mantenimiento de la vida. Esto
hace ya que los bosques no sean simplemente valiosos, sino, ante
todo, vitales para la existencia de la humanidad.
Los bosques regulan también el abastecimiento de agua en todo el
mundo, reteniéndola durante los períodos más lluviosos y
liberándola a través de fuentes y ríos en las épocas secas, cuando
es más necesaria. Deteniendo los desagües, los bosques protegen el
suelo de la erosión causada por el agua. La erosión del viento
también se ve reducida. Además el suelo no está a merced del Sol,
que lo secaría en demasía.
Los árboles son un recurso valioso, pero han necesitado muchos
años, a veces siglos, para desarrollarse. A menos que no se plante
nuevamente para asegurar las necesidades futuras, la tala de
árboles y los incendios forestales es un robo al patrimonio de las
futuras generaciones, es decir, de nuestros propios hijos.
En la actualidad existen organizaciones internacionales para la
conservación del bosque que actúan como consultores ambientales
para los gobiernos y las grandes corporaciones interesadas en
disminuir la contaminación, establecer áreas protegidas y
conservar la biodiversidad. Algunas organizaciones como la Unión
Internacional para la Conservación (IUCN), Conservación
Internacional (CI), la Sociedad para la Conservación de la Vida
Silvestre (WCS), y el Fondo Mundial para la Naturaleza (WWF)
actúan como mediadores entre políticos, poblaciones locales,
científicos y grupos activistas que promueven la conservación.
Estas organizaciones emprenden y apoyan una amplia gama de
actividades relacionadas con la conservación, desde organizar
conferencias internacionales hasta establecer en las comunidades
proyectos de conservación para lograr decretos de parques y
reservas. Estas organizaciones integran los hallazgos científicos
más recientes en los esfuerzos de conservación, tomando en cuenta
las realidades económicas.
Algunos grupos activistas, como la Red de Acción de la Selva
Tropical (RAN), el Fondo para la Defensa del Medio Ambiente (EDF),
la Alianza del Bosque Lluvioso, el Guardián Amazónico, Amigos de
la Tierra (FOE), y el Club Sierra promueven y financian la
conservación del bosque.
Recuperación de bosques en la Alpujarra, Granada . Sierra
Nevada recupera sus bosques. Reportaje completo aqui
LA SITUACIÓN DE LOS BOSQUES
La mitad de los bosques mundiales han desaparecido, y las
áreas forestales con mayor biodiversidad están en peligro. La
gestión sostenible de los bosques debe pasar de las palabras a la
práctica
por
José Santamarta / Worldwatch
Los bosques cubren más de la cuarta parte de las tierras
emergidas, excluyendo la Antártida y Groenlandia. La mitad de los
bosques están en los trópicos; y el resto en las zonas templadas y
boreales. Siete países albergan más del 60 por ciento de la
superficie forestal mundial: Rusia, Brasil, Canadá, Estados
Unidos, China, Indonesia y Congo (el antiguo Zaire). La mitad de
los bosques que una vez cubrieron la Tierra, 29 millones de
kilómetros cuadrados, han desaparecido, y lo que es más importante
en términos de biodiversidad, cerca del 78 por ciento de los
bosques primarios han sido ya destruidos y el 22 por ciento
restante están amenazados por la extracción de madera, la
conversión a otros usos como la agricultura y la ganadería, la
especulación, la minería, los grandes embalses, las carreteras y
las pistas forestales, el crecimiento demográfico y el cambio
climático.
Un total de 76 países han perdido ya todos sus bosques primarios,
y otros once pueden perderlos en los próximos años. Hasta décadas
recientes, la mayor parte de la pérdida de bosques tuvo lugar en
Europa, el Norte de África, Oriente Próximo y la zona templada de
América del Norte, como documenta John Perlin en la Historia de
los Bosques, así como en China. A mediados de este siglo, estas
regiones habían perdido gran parte de sus bosques originales.
Ahora la superficie forestal en Europa y Estados Unidos está
estabilizada, o aumenta, por la sustitución de los bosques
primarios por secundarios y plantaciones forestales.
Los bosques más amenazados en términos relativos no son los
tropicales, como cabría pensar por la atención de los medios de
comunicación, sino los bosques templados de Europa y Estados
Unidos. Los bosques boreales son los mejor conservados, y hoy
representan el 48 por ciento de la frontera forestal, frente al 44
por ciento de los bosques tropicales y apenas un 3 por ciento de
los bosques templados. Por lo menos 5 millones de km2 de bosques
tropicales han sido talados sólo entre 1960 y 1995, una superficie
equivalente a diez veces España. Asia perdió un tercio de su
superficie forestal, y África y América Latina perdieron el 18 por
ciento cada una.
Durante la primera mitad de los años noventa, estas regiones
continuaron perdiendo porciones significativas de su cobertura
forestal. Más de la mitad (el 57 por ciento) de la pérdida neta de
bosques entre 1980 y 1995 tuvo lugar en sólo siete países: Brasil,
Indonesia, Congo (Zaire), Bolivia, México, Venezuela y Malaisia.
Los bosques tropicales secos, los manglares y los bosques
templados húmedos de las Américas (Canadá, EE UU y Chile), han
experimentado pérdidas muy altas. Al terminar el siglo XX hay una
pérdida neta anual de 11,3 millones de hectáreas de bosques, según
la FAO, que se destinan a otros usos. Entre 1990 y 1995, por lo
menos 107 países registraron una pérdida neta de superficie
forestal, según el Worldwatch Institute. En el mismo periodo el
área forestal se redujo en 56 millones de hectáreas, resultado de
una pérdida de 65 millones de hectáreas en los países en
desarrollo y un aumento de 9 millones de hectáreas en los países
industrializados. La deforestación sigue siendo uno de los grandes
problemas ambientales, junto con la amenaza nuclear, el cambio
climático y la pérdida de biodiversidad.
La frontera forestal
Por razones éticas, ambientales, económicas y culturales es
necesario salvar y gestionar de forma sostenible los bosques, y
muy especialmente lo que el Instituto de Recursos Mundiales (WRI)
llama la frontera forestal, los grandes bosques primarios aún no
fragmentados en pequeños pedazos y capaces de albergar poblaciones
viables de todas las especies asociadas a un determinado tipo de
bosque. Los bosques protegen la biodiversidad, proporcionan
madera, leña y otros productos forestales, evitan la erosión,
regulan el ciclo hidrológico, retienen el carbono y frenan el
cambio climático, y son un lugar de disfrute y de ocio para una
población cada vez más urbana y alejada de la naturaleza. Entre el
50 y el 90 por ciento de todas las especies terrestres habitan en
los bosques, según la UICN. Sólo la frontera forestal (los 13,5
millones de km2 de bosques primarios que aún quedan) almacena
433.000 millones de toneladas de carbono, cifra equivalente a las
emisiones de dióxido por la quema de combustibles fósiles y
producción de cemento durante los próximos 70 años.
Ni que decir tiene que la deforestación agravará el cambio
climático causado por las emisiones de gases de invernadero. La
opción más barata y lógica para mitigar el cambio climático es
conservar la frontera forestal. Los bosques primarios son el hogar
de más de 50 millones de personas pertenecientes a comunidades
indígenas. Más del 75 por ciento de la frontera forestal del mundo
está en tres grandes áreas: los bosques boreales de Canadá y
Alaska, los bosques boreales de Rusia, y los bosques tropicales de
la Amazonia y el escudo de las Guayanas. Sólo ocho países, Brasil,
Surinam, Guyana, Canadá, Colombia, Venezuela, Rusia y Guayana
Francesa, tienen grandes porciones de sus bosques originales en
inmensos bloques ininterrumpidos.
Otros países que han perdido buena parte de sus bosques
originales, como Indonesia, Estados Unidos y Congo, aún tienen
áreas de frontera en virtud de su tamaño. Setenta y seis países no
tienen ningún bosque de frontera; otros 11 están a punto de
perderla. En Europa sólo queda el 0,3 por ciento del bosque
original en grandes áreas ininterrumpidas, en Suecia y Finlandia.
La deforestación no es la única amenaza. La fragmentación y la
pérdida de calidad afecta a los bosques de todo el mundo. Los
bosques templados son los más fragmentados y perturbados de todos
los tipos de bosque. Del 95 al 98 por ciento de los bosques de
Estados Unidos han sido talados por lo menos una vez desde la
colonización por los europeos. Los bosques secundarios y las
plantaciones que sustituyen a la cubierta original son muy
diferentes a los bosques primarios. En todo el mundo, por lo menos
180 millones de hectáreas de bosque se han convertido en
plantaciones forestales. En los últimos 15 años, el área cubierta
por plantaciones se dobló y se espera que se duplique de nuevo en
los próximos 15 años. La contaminación atmosférica (lluvias
ácidas, ozono troposférico) también afecta a los bosques
mundiales, y en particular en Europa, América del Norte y Asia,
así como en las áreas cercanas a las ciudades de todo el mundo.
Más de la cuarta parte de los árboles europeos muestra un grado
moderado a severo de defoliación a causa de la exposición a la
contaminación y a sus consecuencias, según estudios realizados por
la Comisión Económica para Europa de las Naciones Unidas. Aunque
la situación ha mejorado de forma notable en Europa y Estados
Unidos, en China ha empeorado a causa del aumento del consumo de
carbón, y dadas las perspectivas de rápido crecimiento el problema
podría agravarse, a no ser que se adopten otras políticas
energéticas, que den prioridad a la eficiencia, el gas natural y
la energía eólica.
Amenazas
El tamaño y lejanía de las fronteras forestales no las aísla de
las amenazas. La industria maderera se ha identificado como la
gran amenaza de la mayoría de los bosques, incluidos los de
frontera. La minería, la invasión de especies exóticas, los
incendios forestales, las infraestructuras del desarrollo y la
energía, también son amenazas. Éstas actividades y las
explotaciones madereras juegan un papel importante en la apertura
de las fronteras a otras actividades, como la agricultura y la
ganadería.
El récord de incendios en Indonesia y Brasil en 1997 y 1998 para
talar los bosques y establecer grandes plantaciones y pastos para
la ganadería extensiva, las carreteras en construcción a través de
los remotos bosques de América del Sur, y la extracción de madera
en todas las regiones (tropicales, templadas y boreales), muestran
que incluso los bosques más remotos están amenazados. El consumo
de leña en las regiones tropicales secas también ejerce una
presión importante, sobre todo en numerosos países africanos,
China, India, Pakistán, Bangladesh y Nepal. Indonesia y Brasil
también son grandes consumidores de biomasa. El 55% de la madera
que se extrae anualmente se usa como combustible, ya sea leña o
para producir carbón vegetal. Cerca de 2.000 millones de personas
dependen de la leña y el carbón vegetal como fuente principal de
combustible. En África representó el 60% del consumo de energía en
1995, en el sur de Asia el 56%, en China el 24%, en Latinoamérica
el 18% y sólo el 3% en los países industrializados.
El consumo mundial de biomasa en 1995, según la Agencia
Internacional para la Energía, ascendió a 930 millones de
toneladas equivalentes de petróleo, el 14% del consumo de energía.
El comercio internacional de maderas tropicales es objeto de las
campañas públicas para poner coto a la deforestación, pues se
considera que la extracción depredadora de madera es una de las
mayores amenazas, que según el WRI afecta a más del 70 por ciento
de los bosques primarios del planeta. Numerosos países que antes
eran grandes exportadores de madera han pasado a importarla, como
es el caso de Nigeria, Filipinas y Tailandia. No obstante conviene
destacar que los mayores productores de madera son países
industrializados, como Estados Unidos, Canadá y Rusia, y de hecho
las maderas procedentes de bosques boreales y templados
representan el 83% de las destinadas a usos industriales.
.
Maderas certificadas
Sin embargo, la prohibición indiscriminada de las maderas
tropicales pudiera tener un efecto contrario al perseguido, al
hacer que los bosques fueran menos competitivos que la
agricultura, lo que provocaría una deforestación mayor que la
causada por la tala de árboles para madera. Las prohibiciones
igualmente socavarían los pocos incentivos que tienen algunos
proyectos pioneros de uso sostenible del bosque. Dados estos
inconvenientes, existe un creciente movimiento encaminado a
promover las maderas producidas de manera sostenible, valiéndose
del etiquetado de los productos madereros, en vez de prohibir de
forma indiscriminada todas las maderas tropicales, o de otras
procedencias.
Para ello se debe asegurar a los consumidores que los productos
madereros que adquieren han sido producidos en bosques bien
gestionados, ayudando de este modo a desarrollar mercados para
estos productos, y asegurando en última instancia incentivos
suficientes a los productores que adoptan prácticas sostenibles de
gestión forestal. Según el WWF (Fondo Mundial para la Naturaleza)
el comercio de madera es sin duda la causa principal de la pérdida
de bosques, no sólo en los trópicos, sino también en los países
templados y boreales que todavía tienen importantes bosques
autóctonos. La exigencia de que los productos obtenidos en tales
bosques sean certificados tendrá un impacto muy importante. En
1993 se creó el Consejo de Certificación Forestal (Forest
Stewardship Council, FSC) para establecer las normas que deberían
regir y reunir las organizaciones que certifican la sostenibilidad
de los bosques productivos. En el proceso de creación del FSC han
participado ecologistas, representantes de las poblaciones locales
y la industria. Aunque las certificaciones suponen un avance, no
hay ninguna seguridad de que cambien las prácticas de gestión
forestal en un futuro inmediato. La demanda de madera etiquetada
supera a la oferta en Estados Unidos y en el Reino Unido, pero
sigue siendo muy pequeña.
El volumen de madera o troncos certificados, incluyendo madera
aserrada, chapas y celulosa era menos del 3 por ciento del total
de la producción de la industria forestal (unos 1.700 millones de
metros cúbicos) en 1996, pero tal cifra era ya el doble de la
alcanzada en 1994. A finales de 1998 cerca de 11 millones de
hectáreas en 27 países habían sido certificadas por el FSC, el
doble que en 1997. Pero sólo con la acción de los consumidores
(demandando sólo los productos forestales etiquetados) es poco
probable que se frene la deforestación. Será necesario que un
mayor número de productores madereros vean las ventajas de la
certificación. La Organización Internacional de las Maderas
Tropicales (International Tropical Timber Organization, ITTO),
dependiente de la Organización de las Naciones Unidas, con 42
países miembros entre consumidores y productores, ha establecido
como objetivo que a partir del año 2000 sólo se comercie
internacionalmente con productos forestales obtenidos de forma
sostenible.
El impacto económico será mayor cuando aumente la demanda de los
consumidores. Estados Unidos y Europa importan sólo el 7,5 por
ciento y el 20,1 por ciento, respectivamente, de todas las maderas
tropicales. Cerca de la mitad de todas las maderas tropicales las
importan Japón, Corea del Sur, China y Singapur. Sólo Japón
importa más del 28 por ciento del total mundial de las maderas
tropicales. Y, sobre todo, la mayor parte (85 por ciento) de las
maderas tropicales se consumen en los mercados nacionales, donde
la demanda de madera certificada es pequeña o inexistente. En
aquellos países, y muy probablemente en todo el mundo, lo más
importante es aumentar la conciencia de lo que está en juego al
consumir madera, más allá del coste inmediato para el comprador.
.
Bosques de papel
En 1998 se consumieron 294 millones de toneladas de papel y
cartón, lo que representa un consumo anual por habitante de 50
kilogramos en el mundo, aunque el consumo en muchos países
africanos no llegó ni a 1 kilogramo por habitante, cifra muy
alejada de los 330 kilos del norteamericano medio o los 135 kilos
de España. Estados Unidos, Europa Occidental y Japón, que
representan menos del 15 por ciento de la población mundial,
consumen el 66 por ciento del papel y cartón. Sin embargo, el
consumo de los países en desarrollo está aumentando. Si en 1980
estas naciones consumieron el 15 por ciento del papel, en 1993
esta porción se elevó al 25 por ciento. El papel es un producto
básico y necesario para múltiples usos, entre ellos la cultura y
el saber, pero también se emplea de forma despilfarradora. Cada
tonelada de papel reciclado evita la tala de una docena de
árboles, ahorra energía (de 0,25 a 0,4 toneladas equivalentes de
petróleo), agua y contaminación; en general supone una mejora
notable sobre la obtención de papel a partir de pasta
virgen.
Pero el reciclaje también tiene un cierto impacto ambiental, al
tenerse que eliminar la tinta, rellenantes y materiales para el
laminado, como el yeso; el contenido de metales pesados no es
despreciable. El papel puede ser reciclado varias veces (de 3 a 15
veces, según procesos y productos) pero no indefinidamente, al ir
perdiendo calidad y ser necesario añadir una cantidad mayor o
menor de fibras vírgenes. Entre 1975 y 1995, el volumen mundial de
papel recuperado se duplicó, de 49 a 114 millones de toneladas.
Durante ese tiempo, la tasa de recuperación o porcentaje del papel
usado que es recuperado, aumentó del 38 al 41 por ciento. La FAO
predice que en el 2010 el consumo de papel recuperado alcanzará
los 181 millones de toneladas, con una tasa de recuperación del 46
por ciento. Los mayores exportadores de pasta y de papel no son
países del Tercer Mundo, sino países industrializados, con bosques
de taiga como Canadá, Finlandia y Suecia. En Canadá la
deforestación debido a la producción de pasta es significativa y
ha ocasionado varios conflictos.
Los países escandinavos producen papel y cartón a partir de
especies autóctonas, no hay deforestación neta y la industria
papelera contamina menos de lo que es usual en otras latitudes,
debido a una población muy sensible y motivada por la protección
del medio ambiente. No obstante, también en los países
escandinavos se señala la desaparición de turberas al ser empleada
la turba como combustible, plantaciones en zonas húmedas
desecándolas y la contaminación ocasionada en los ríos, en el
litoral y en la atmósfera, sobre todo en el pasado, pues en los
últimos años se ha eliminado casi totalmente el empleo de cloro.
Las plantaciones en tierras degradadas por el uso agrícola o la
deforestación, tienen el potencial para proporcionar servicios
como control de la erosión o absorción de carbono mientras también
proporcionan una fuente de fibra de madera y otros productos
forestales. Sin embargo, en algunos casos el desarrollo de las
plantaciones se ha realizado a costa del bosque natural. La madera
de los árboles rara vez tiene más de un 50% de celulosa, y ésta se
fortalece con lignina, cuya cantidad no suele bajar del 20% e
incluso supera el 45%, como en el haya. Para fabricar la pasta hay
que eliminar la lignina, con la excepción de la pasta
mecánica.
En la pasta química se elimina la lignina, con un gran consumo de
energía, proporcionada en gran parte por la misma lignina
utilizada como combustible, y de madera, al perderse parte de la
materia prima; el proceso al sulfato hoy es el más común. Los
restos de lignina, que rara vez bajan del 5%, dan a la pasta
química un color marrón. Para blanquearla se utilizan compuestos
de cloro, al objeto de eliminar la lignina; la reacción de parte
del cloro con moléculas orgánicas de la madera produce compuestos
organoclorados, altamente tóxicos. En la pasta mecánica, con mucha
lignina, no se emplea el cloro, sino el agua oxigenada. Se han
propuesto varios productos alternativos al blanqueo con cloro,
como la deslignificación con oxígeno, o la modificación de la
lignina con agua oxigenada (peróxido de hidrógeno), o el empleo de
enzimas naturales y biodegradables. Por otra parte ya existen
varias fábricas de pasta química al sulfito que blanquean la pasta
sin emplear cloro. La sustitución del gas cloro por dióxido de
cloro reduce la emisión de organoclorados, pero no los elimina
totalmente. La pasta mecánica consume más energía convencional que
la química, pues ésta quema la madera no transformada en papel,
por lo que debe hacerse un balance global, si se tiene en cuenta
que la pasta mecánica transforma la misma cantidad de madera en el
doble de pasta que la producida con el proceso kraft. En el papel
recuperado se ha eliminado ya la lignina, en el proceso inicial de
fabricación, razón de más para incrementar la recogida selectiva y
el empleo de papel reciclado, especialmente en todos los usos
adecuados, como cartón, papel higiénico, sobres y embalajes en
general.
.
Gestión sostenible de los bosques
Para afrontar los graves riesgos de la deforestación y la pérdida
de biodiversidad urgen nuevas políticas, encaminadas a la
sostenibilidad, con la creación de más y mayores espacios
protegidos, mayor eficiencia en el consumo de madera, establecer
normas de etiquetado en la línea del Consejo de Certificación
Forestal (Forest Stewardship Council, FSC), aumento del reciclaje
de papel y cartón, repoblaciones con especies adecuadas en zonas
previamente deforestadas, mayor equidad social que evite la
emigración a la llamada frontera forestal, y prácticas de gestión
forestal menos depredadoras en la extracción de madera y otros
productos forestales, la caza y la pesca, el turismo y el
ecoturismo.
El WWF y la UICN han propuesto que al menos el 10 por ciento de
cada tipo de ecosistema forestal sea zona protegida, y que tal
protección no sea meramente nominal, tal como ocurre en la
actualidad en gran parte de las áreas con algún tipo de
protección. Igualmente es urgente establecer corredores entre las
áreas protegidas, encaminados a conservar la diversidad biológica.
Como mínimo se debe tratar de conservar varias muestras lo
suficientemente representativas de todos los ecosistemas
forestales, estableciendo una gestión sostenible en las zonas no
protegidas. La cooperación y participación de las poblaciones
afectadas, los consumidores, las ONGs, las empresas y las
diferentes administraciones y organismos internacionales es
necesaria para frenar los procesos de deforestación y pérdida de
biodiversidad. Se han dado ya pasos importantes hacia la
sostenibilidad, pero aún queda mucho por hacer, sobre todo en los
países en desarrollo. Urge frenar la guerra contra los bosques
iniciada hace cientos de años, tal como documenta John Perlin en
su Historia de los Bosques, y es necesario dedicar todo tipo de
esfuerzos y recursos a conservar lo que queda de los bosques
primarios, algo que no será nada fácil como muestra la rápida
destrucción de los bosques tropicales, desde la Amazonia a
Indonesia, o lo que es más llamativo, la tala de los últimos
reductos de bosques primarios en Estados Unidos o la deforestación
de los bosques húmedos de la Columbia Británica en Canadá.
Para más información ver "Historia de
los Bosques" de John Perlin, Víctor M. González y José
Santamarta", Gaia Proyecto 2050. worldwatch@nodo50.org
https://www.nodo50.org/worldwatch Teléfono: 91 429 37 74
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with the World's Forest. Worldwatch Paper nº 140, 1998.
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*Worldwatch Institute, Signos Vitales 2000 (Madrid: Gaia Proyecto
2050 y Bakeaz, 2000).
*Revista World Watch.
José Santamarta es director de la edición en castellano de la
revista World Watch. El texto que aquí se presenta en parte ha
sido elaborado como apéndice para el libro "Historia de los
Bosques" de John Perlin, editado por Gaia Proyecto 2050.
https://www.nodo50.org/worldwatch/ww/portadas/bosques.htm
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