PAISAJES Y BIODIVERSIDAD
ANILLADO DE AVES
Estación Ornitológica de Padul * Reportajes
Un padrón con alas -
Anillado de invernantes
Ornitólogos realizan anillamientos en Padul para elaborar el censo
de las aves que habitan en el municipio.
Más de 200 especies de avifauna forman un ‘vecindario’ que
sobrevive gracias a las lagunas y turberas
JUAN ENRIQUE GÓMEZ * WASTE MAGAZINE

Se llaman
Anthus spinoletta, Luscinia svecica, Gallinula
chloropus, Gallinago gallinago y
Saxicola torquata.
Son sus nombres y apellidos, pero sus vecinos les conocen por sus
apodos: Bisbita, Pechiazul, Polluela, Agachadiza y Tarabilla.
Todos ellos forman parte de un padrón para el que es necesario
poseer una característica muy especial, tener alas. Ellos y ellas
son las aves invernantes en los humedales granadinos, los
habitantes de charcas, lagunas y campos que, al igual que los
humanos, son parte fundamental de la biodiversidad de los
municipios.
4 de marzo 2012.-
Miembros de la Estación Ornitológica de Padul, junto con equipos
de voluntarios, realizan un censo para documentar quienes son los
habitantes alados de las turberas de Padul, un espacio natural
considerado entre los más importantes de Europa para la
supervivencia de numerosas especies, algunas de ellas en peligro
de extinción.
Varias veces al año, los ornitólogos realizan campañas de
anillamiento en las lagunas. «En esta ocasión, al final de febrero
e inicio de marzo, tenemos que censar las aves que pasan el
invierno en esta zona», dice el responsable de la Estación
Ornitológica de Padul, José Manuel Rivas, que también realiza
otros censos en las épocas de pasos prenupciales, al inicio de la
primavera, y pasos migratorios postnupciales, tras el verano. «Es
la forma de conocer las especies que habitan el humedal, tanto las
que pasan aquí todo el año, nidifican y se reproducen, como las
que están de paso, o utilizan el humedal como sede de temporada».
Durante varios fines de semana, un grupo de una decena de
personas, han instalado sistemas para capturar ejemplares de aves
y poder conocer sus características. Lo hacen mediante redes
japonesas, para los llamados paseriformes (los pajarillos
pequeños, como tarabillas, bisbitas, jilgueros, carriceros,
verdecillos), y redes-trampa, para los rálidos (donde se
encuentran especies de mayor tamaño como las polluelas y fochas),
además de otras familias como las agachadizas.
VÍDEOS
* JORNADA DE ANILLADO DE AVES EN EL HUMEDAL DE PADUL
Ornitólogos y voluntarios realizan el censo de las aves que
habitan en los humedales españoles. Anillado de aves invernantes
en la Estación de Anillamiento de Padul, marzo de 2012
VÍDEO:
MERCHE S. CALLE Y J. E. GÓMEZ
Junto a la acequia principal de las turberas, que en Padul llaman
‘madre maestra’, instalan redes japonesas, una malla muy fina que
impide el paso a todo lo que vuele desde una altura de medio metro
hasta algo más de dos, para capturar aves pequeñas, y próximo a
uno de los observatorios que se adentran en la laguna grande de la
turbera, instalan las redes-trampa, un sistema creado por la
Estación de Anillamiento de Padul, «que se activa de forma manual
cuando vemos que hay ejemplares junto a la red. Es más efectivo
que las redes japonesas para los rálidos», dice Rivas. Unos días
antes han tenido que generar allí un comedero para que las aves se
acostumbren a acudir a ese lugar.
El padrón contiene los datos, nombres, sexo, tamaño y peso entre
otros, de algo más de doscientas especies. Es uno de los más
completos de los espacios naturales de la península Ibérica. Un
padrón que forman ejemplares que, en ocasiones, han llegado a
Padul procedentes de lugares muy lejanos, tanto de Europa como de
África. Una agachadiza común era localizada en Padul tras haber
sido censada en Doubs (Francia) a 1.370 kilómetros. Un escribano
palustre (un ave de poco más de 15 centímetros, llegaba desde la
República Checa, a 1.914 kilómetros. Y también al revés. Aves
empadronadas en Padul, eran localizadas en otros lejanos lugares,
como un Carricero común, en A Coruña, a 773 kilómetros.
«Colaborar en anillados es vocacional»
La labor de control y seguimiento de las aves en los espacios
naturales no sería posible sin un nutrido grupo de voluntarios
que, junto a biólogos, ornitólogos y anilladores, colaboran en las
tareas necesarias para conseguir los datos científicos que forman
los censos de aves. «Es lo que nos gusta. Supone un sacrificio.
Hay gente a la que le gustaría estar tomando una cerveza con los
amigos un viernes por la tarde, pero nosotros preferimos venir a
colaborar. Es completamente vocacional”, dice Ángela Ruiz, que
junto a su compañera, María Esperanza Cordobés, ayudaban a recoger
datos. Otros voluntarios quieren conocer más a fondo el trabajo
con especies y familias concretas. «Me encantan las aves, y he
tenido más contacto con paseriformes, pero como hoy se iba a
trabajar con rálidas he aprovechado para venir, ayudar y
conocerlas mejor, más de cerca», dice Marta Lomas.
Voluntarios que colaboran con los anillados en Padul.
«Cada vez hay más interés por las aves y por convertirse en
anillador, es una vocación, pero también una profesión, ya que en
España solo hay unos 600 anilladores, aunque es realmente
sacrificado, pero la verdad es que nos gusta, y aquí estamos esta
tarde y mañana vendremos a las siete, y eso que será sábado», dice
el anillador, José Manuel Rivas.
Para pasear… y observar
Los habitantes humanos de Padul cada día respetan más a sus otros
vecinos. En las turberas, desde que se mantienen llenas de agua,
se ha formado una gran laguna donde se consolida el ecosistema y
llegan nuevas especies. «En el pueblo hay personas que no quieren
saber nada de esta zona, porque no la conocen o no la entiende,
pero también hay otros que están encantados y les gusta venir a
pasear, a recorrer los senderos y vivir en contacto con la
naturaleza», dice uno de los voluntarios anilladores, vecino de
Padul. Afirma que «para muchos es la nueva ruta del colesterol,
pero eso es bueno, porque así vienen, lo conocen, y poco a poco,
lo entienden y respetan». Cada fin de semana, los senderos de las
lagunas se convierten en un circuito para jóvenes y mayores, que
se mezclan con ornitólogos que intentan observar, con sus
prismáticos, cámaras y telescopios, la vida entre aguas y
carrizales.
AVES EN EL PASO POSTNUPCIAL
JUAN ENRIQUE GÓMEZ * WASTE MAGAZINE
Llegan de los más diversos puntos de Europa central y del Este.
Son aves, grandes y pequeñas, que cada año hacen un viaje de ida y
vuelta a África y que tienen en los humedales españoles,
especialmente en los del sur de la península, sus particulares
estaciones de servicio para repostar en un recorrido de miles de
kilómetros. En Granada, en las lagunas de Padul, entre sus
carrizales, estas aves encuentran un pequeño paraiso donde
recuperar fuerzas, pasar unos días, e incluso, en algunos casos,
pasar su temporada estival e incluso reproducirse. Un grupo de
expertos en ornitología y anillamiento de aves, les siguen la
pista. Lo hacen para comprobar su paso camino de Europa, y para
verlos cuando vuelven tras la época nupcial.
José Manuel Rivas es el
responsable del proyecto Estación de Anillamiento de Aves del
Padul. Junto con grupos de voluntarios, realizan salidas de
anillamiento al caer la tarde y al salir el sol por las mañanas.
su objetivo es capturar ejemplares de estas aves migratorias y
comprobar si poseen anillas que les indiquen de dónde proceden y
cuándo fueron vistos por última vez. En caso contrrio, les colocan
anillas para que ese ejemplar pueda servir de referencia en otros
lugares de su recorrido. "Es una tarea fundamental para poder
conocer y estudiar el comportamiento migratorio de especies tan
dispares como los ánades reales o el mosquitero musical", dice
José Manuel Rivas, que en cada jornada de anillamiento, se interna
entre los carrizales junto a las lagunas de Padul. Lo hace armado
con diez redes japonesas, de seda extremadamente suave para no
dañar a los pequeños pájaros que caen en ellas.
Por las mañanas capturamos especies muy diversas, en su gran
mayoría insectívoros de pequeño tamaño, y por las tardes, sobre
todo, se ven carriceros y golondrinas. En una jornada de trabajo
pueden caer en sus redes una media de 200 ejemplares. "Una vez que
capturamos un ejemplar se comprueba si está anillado y se le hace
su ficha con datos como peso, tamaño, embergadura, si tienen grasa
acumulada para hacer sus viajes, sexo, etcétera". Estos datos son
remitidos a los organismos internacionales que se dedican al
estudio y seguimiento de migraciones, ya que a lo largo de los
recorridos más comunes, grupos como el de Padul, realizan la misma
tarea. Entre todos ellos, forman una extensa red de transmisión de
datos científicos. Hace unos días, en Padul, capturaban y
liberaban después, un carricero común que a pesar de su pequeño
tamaño había recorrido 1.700 kilómetros entre Estonia y Padul. "Al
capturalo vimos que tenía su anilla y había sido visto
anteriormente, hacía sólo doce días, en Eslovenia"
Pero además de poder conocer las migraciones, los anillamientos de
Padul, muestran la gran importancia del humedal de esta zona, en
el único realmente grande de la provincia de Granada. La presencia
de una gran diversidad de especies, ya que se han citado 170
taxones en el humedal del Padul, hace ver la necesidad de la
conservación integral de esta zona de unas cuarenta hectáreas
situadas al sureste de la localidad de Padul y que se encuentra
protegida dentro del Parque Natural de Sierra Nevada. La
localización y anillamiento de 4.500 aves durante la campaña
llevada a cabo en 2007, es una razón de peso para que la atención
de las administraciones sobre esta zona deba ser constante. Según
José Manuel Rivas, la Estación de Anillamiento de Padul, tiene el
objetivo de establecerse como un centro de seguimiento de la
aifauna que habita este humedal, "y poder llevar un control
exhaustivo y monitorizado de la población aviar, para la detección
de posibles cambios en cuando a las especies rpesentes y al número
de individuos que pueblan los diferentes espacios de las lagunas.
"Durante este verano hemos iniciado las jornadas de anillamiento
en agosto y pretendemos mantenerlas hasta final de octubre", dice
Rivas, que hace un llamamiento a todas las personas interesadas en
estos temas para que acudan como voluntarios a ayudar en las
tareas de anillamiento y control..
El método
En el interior del carrizal, junto a los cursos de agua, se ha
hecho un corredor lineal en el que cada jornada de trabajo se
extienden las redes. " Se colocan transversales a la dirección
norte sur, que es en la que siempre se mueven las aves
migratorias, aunque sea a muy cerca del suelo", dice Rivas. las
redes se sitúan a alturas de entre dos y tres metros y se dejan
puestas durante una o dos horas a partir del inicio de la caída de
la tarde, que es cuando comienza la hora de mayor actividad de la
avifauna. Junto a las redes se sitúan sistemas electrónicos que
emiten sonidos de reclamo para los pájaros. Pocos minutos después
de haber sido extendidas, caen los primeros ejemplares. Son
pequeños carriceros, insectívoros de pico largo y pequeñas alas,
de no más de quince centímetros de embergadura y diez gramos de
peso. José Manuel, o Julio, los cogen con sumo cuidado, les
desenredan para introducirlos en una bolsa de tela opoca donde el
pajarillo se tranquiliza por la reducción de intensidad de la luz.
Acto seguido se les lleva a un espacio en el carrizal donde el
equipo de ornitólogos ha montado sillas y mesas para realizar el
pesado y control de los ejemplares. Tras medirlos, ver su sexo,
pesarlos y comprobar su estado, se les anilla, en el caso de que
no lo estén, y se les suelta sobre el carrizal.
Media hora después de haber colocado las redes, las golondrinas
han pasado sobre ellas. Un grupo de diez ejemplares se ha enredado
en ellas. Cada una de esas golondrinas será censada y anillada.
"Las golondrinas se mueven en grupos y también caen así en las
redes". Es una especie que realiza grandes migraciones, pero junto
a ellas, un pequeño ejemplar de mosquitero musical, un precioso
pajarillo de colores amarillos y marrón claro, que no es muy
habitual en la zona, como sí lo es el carricero común.
"Se han dado casos
extraordinarios, como observar tres ejemplares de carraca en este
mes de agosto, de las que una de ellas, sigue en el humedal", dcie
el responsable de la estación, que comenta que las aves más
comunes entre los carrizales son carricero común (Acrocephalus
scirpaceus) y carricero tordal (A. arundinaceus),
carricerín común (Acrocephalus schoenobaenus), y Cettia
cetti (Ruiseñor bastardo)
La Estación de Anillamiento de Padul forma parte de una red que
está formada por un total de 20 estaciones a lo largo de la
geografía de la península ibérica.
Una serie de reportajes para mostrar la riqueza natural
que nos rodea, sus ecosistemas y a sus singulares
habitantes.
Granada y las tierras del sureste de Andalucía poseen la
mayor diversidad biológica de Europa, parajes únicos para
vivir en tiempos de estío