Tamaño: coralitos de 8 mm
Profundidad: Hasta - 30 metros.
Hábitat
Costa granadina e inmediaciones. Tapiza de amarillo paredes
verticales sombreadas y grutas. Muy abundante cerca de la costa,
en zonas de sombra y en línea de marea. Es una colonia de pólipos
de color amarillo y anaranjado, con forma de estrellas de puntas
cortas. A veces forman zonas almohadilladas en las paredes de
roca. La boca la tienen en hendidura. Ingieren a sus presas
después de paralizarlas con las células urticantes de sus
tentáculos. En calas rocosas. Abundante en La Rijana , Marina del
Este y Cerro Gordo.
Encontrada en el litoral andaluz desde Almería hasta Cádiz, Murcia
e Islas Chafarinas
Incluida en el Catalogo Nacional de especies amenazadas, Categoria
Vulnerable
Catálogo Andaluz de Especies Amenazadas: categoría “Vulnerable”
UN MAR DE CORAL NARANJA
Una especie en peligro de extinción tapiza de color las rocas
semisumergidas de las costas del sur de la península Ibérica
No hay que navegar a mares exóticos para observar formaciones de
coral, basta con sumergirse en las playas más cercanas para
descubrirlos
Por Juan Enrique Gómez y Merche S. Calle / Waste e IDEAL
Se pueden ver casi en la superficie, pegados a rocas solitarias y
en la línea de las mareas en los acantilados de las costas de
Andalucía. Forman bandas de color anaranjado intenso que destacan
sobre el tapiz de algas de color marrón, morado y negro. Son miles
de pequeños pólipos rodeados de tentáculos que se unen unos a
otros para constituir formaciones de coral en los mares del sur de
la Península Ibérica. Se trata de poblaciones de seres
vivos, de Cnidarios de la especie Astroides calycularis, conocidos
como coral anaranjado, que aportan un plus de belleza y exotismo a
los ecosistemas submarinos de la provincia de Granada, pero
también es una especie amenazada, calificada como ‘vulnerable’ a
la extinción y cuya pervivencia dependerá del uso que los humanos
den a sus costas y de la protección de determinados parajes. Al
tratarse de especies que viven muy cerca de la superficie y junto
a las playas son arrancadas por el movimiento de las aletas de los
buceadores, las perturbaciones de las embarcaciones de pesca y
recreo que destrozan sus colonias, e incluso son recolectadas como
recuerdo y para ornamentación, y se convierten en víctimas
colaterales de la extracción ilegal de dátiles de mar, unos
mejillones alargados muy apreciados en gastronomía.
La mayoría de los aficionados al submarinismo, ya sea con sistemas
de respiración autónoma o en apnea (actualmente se le conoce como
‘snorkel’) los han contemplado en lugares tan accesibles como las
rocas de la Rijana, los acantilados de Calahonda, las calas de la
Punta de la Mona, Cerro Gordo y otros puntos de la costa de
Andalucía Oriental. No es necesario ser buceadores expertos para
poder ver rocas tapizadas con el color naranja de estos corales
mediterráneos, ya que viven a diferentes profundidades, desde 30
metros bajo el nivel del mar, hasta en la superficie, donde se
pueden observar fuera del agua cuando baja la marea.
Un paseo con gafas de buceo y un tubo respirador será suficiente
para disfrutar de la imagen de colonias de Astroides calycularis,
entre las que nadan fredis (Thalasoma pavo), peces semitropicales
de colores azules y verdes, Castañuelas (Chromis chromis),
diminutos blenios (Parablennius rouxi) y densos grupos de alevines
de bogas, lanzones, mojarras y sargos, e incluso sorprendernos
ante unos ojos que te miran entre las algas y las rocas, y que en
realidad es lo único que destaca en el camuflado perfecto de un
gran pulpo.
Todo un espectáculo de biodiversidad que se oculta bajo las aguas
someras de las costas más cercanas y que desaparece poco a poco,
al ritmo con el que crece la actividad pesquera, deportiva, el
desarrollismo turístico, la contaminación del mar y también el
cambio climático. La subida de temperaturas de las aguas del mar,
especialmente en las zonas costeras, ha provocado ya la regresión
de colonias de coral naranja en el litoral andaluz y el
desplazamiento de la especie a zonas más cerca del Atlántico.
Litoral andaluz
Aunque es en la provincia de Granada donde se encuentra una mayor
densidad de poblaciones de Astroides calycularis, otros puntos del
litoral andaluz también cuentan con importantes aglomeraciones de
este coral naranja, sobre todo Cádiz, con 28 kilómetros de costa
en los que se pueden observar, y Almería, especialmente en Cabo de
Gata. En Málaga, solo está en el paraje de Cerro Gordo-Maro, que
en realidad es el límite con la costa granadina. Según los
controles de especies realizados por la Consejería de Medio
Ambiente, en el ‘Programa de Gestión Sostenible de Recursos para
la Conservación del medio Marino Andaluz’, los corales naranja
ocupan entre el 70 y el 80% de las rocas en las que viven en las
diferentes costas andaluzas y suelen formar colonias de alrededor
de 28.000 pólipos por metro cuadrado.
Los Astroides calycularis forman grupos apiñados de color naranja,
colonias en las que sus coralitos (redondos y rodeados de pequeños
tentáculos) se unen unos a otros hasta crear formaciones redondas
sobre las rocas, de entre 10 y 30 centímetros de diámetro. Suelen
verse más unidas y en mayor número en lugares umbríos, en la parte
de las rocas menos iluminadas y extraplomadas.
Amenazados
Muchas poblaciones de coral naranja han desaparecido de las costas
de la provincia de Granada y el litoral andaluz debido al
incremento que desde hace unos años se ha producido en las obras
en el litoral, desde escolleras a los vertidos de materiales al
construirse urbanizaciones junto al mar, y la masiva utilización
de embarcaciones a motor y el vertido de hidrocarburos, pero en
Granada ha habido actuaciones que han hecho desaparecer a esta
especie en puntos tan significativos como los acantilados calizos
del Melonar, entre Calahonda y Castell de Ferro, donde se han
usado hasta martillos neumáticos y cinceles para extraer dátiles
de mar (mejillones alargados) y con ellos han desprendido colonias
enteras de Astroides. Los responsables de los censos de esta
especie, señalan que no es un coral que pueda volver a fijarse a
las rocas una vez que se desprende, por lo que al caer al fondo,
irremediablemente muere.
Por ese motivo, el paso de buceadores supone un potencial peligro
para la pervivencia de la especie. Si no se tiene cuidado con el
movimiento de las aletas junto a las rocas, se puede provocar el
desprendimiento de las colonias y su destrucción.
El ‘Libro Rojo de los Vertebrados de Andalucía’ señala que es
necesario incrementar las medidas de protección de determinados
parajes del litoral para evitar la extinción del coral naranja.
Parte de las poblaciones ya se encuentran en territorios
protegidos por ser parque natural, como Cabo de Gata, Cerro
Gordo-Maro, o parajes de interés comunitario, como el caso
de los acantilados de Calahonda-Castell y la Punta de la Mona. Los
expertos indican que habría que vigilar más y mejor estas zonas
para evitar actividades como la recolección del dátil de mar, o
los vertidos contaminantes, además de «concienciar a los
buceadores y a los clubes y centros de buceo para que no dañen o
recolecten corales durante las inmersiones». También se
deberían instalar boyas de fondeo para evitar posibles daños por
las anclas en puntos sensibles del litoral, donde esté presente
esta especie y sean frecuentes las inmersiones. «Se debería
limitar el número de buceadores en lugares especialmente
sensibles, como paredes rocosas y entradas de cuevas».
Recuperación
Los científicos recomiendan una serie de actuaciones de
recuperaciónde la especie: «Sería interesante implantar programas
de recuperación por transplante» y recuerdan que experiencias de
asentamiento delarvas de colonias adultas realizadas en la isla de
Tarifa han dado muy buenos resultados y han logrado que se
reproduzcan.
Con estas medidas se podría lograr que la categoría de ‘vulnerable
a la extinción’ quizás no pasará a gradossuperiores: ‘peligro
crítico’ o ‘especie extinta’.
Esquilmados por recolectores d e dátiles de mar
La pervivencia de los corales naranja está amenazada por
lasactividades de buscadores de un molusco parecido al mejillón,
dátiles de mar, que arrancan de las rocas con martillos y
cinceles, y con ellosdestrozan los Astroides. Esta actividad ha
hecho desaparecer colonias en la costa de Granada