EL 'OKUPA' QUE LLEGÓ DE ASIA
El Bengalí rojo se reproduce y convierte en habitual de riberas y
cultivos en el sur de Granada
Los pioneros fueron aves ornamentales que escaparon de barcos en
el puerto de Motril, Granada
JUAN ENRIQUE GÓMEZ Y MERCHE S. CALLE
Lleva casi 40 años viviendo en algunos puntos muy concretos del
sur de la península Ibérica y de Extremadura, pero aún sigue
siendo un ‘okupa’ y no logra salir de los censos de aves
exóticas, especies invasoras y aves introducidas aunque vivan y se
reproduzcan aquí año tras año. Se llama Amandava amandava, también
conocido como Bengalí rojo por sus llamativos colores. Es una
pequeña ave que puede verse de forma habitual entre los
cañaverales, carrizales y la vegetación de las riberas del
Guadalfeo y las charcas situadas entre su desembocadura y la
localidad de Motril.
Este pajarillo de pequeño tamaño, alrededor de 10 centímetros de
longitud destaca, en el caso de los machos, por su color rojo
fuerte y moteado de pintas blancas. La hembra es de color grisáceo
con partes rojas, los dos de una gran belleza, por lo que en sus
lugares de origen forman parte de las aves ornamentales que tienen
en jaulas y jardines. Procede de Asia, de la India y de la
desembocadura del Nilo, pero ya forma parte del paisaje de la
costa granadina. Entre los grupos de ‘pajareros’ de Motril se
cuenta una curiosa historia que ocurrió a finales de los años
setenta. Los pescadores y habitantes de la zona del puerto de
Motril vieron como desde un barco atracado en la dársena
principal, salía volando una bandada de decenas de pequeños
pajarillos de color rojo. De inmediato se dirigieron hacia las
zonas encharcadas y carrizales situados junto a la playa de
poniente y la desembocadura del Guadalfeo, las charcas de Suárez y
Vinuesa. Las aves lograban escapar de un cautiverio que les iba a
convertir en pájaros ornamentales en no se sabe qué países de
Europa, e incluso en España, ya que estaban en el barco procedente
de Asia, como mercancía destinada al mercado del aves exóticas.
Los primeros bengalíes rojos llegados a Motril encontraron un
hábitat similar al que habían dejado, posiblemente en las marismas
del río Nilo. Desde aquel momento, empezaron a verse aunque de
forma esporádica, y no hubo constancia de que nidificaban y
reproducían hasta finales de la década de los noventa y principios
del siglo XXI, cuando algunos especialistas
encontraron nidos, aunque vacíos, en la vega de Motril (también se
localizó un nido en un cirprés de Armilla, según la Guía de Aves
Acuáticas de la provincia de Granada). Era la constatación
de que no solo habían elegido la provincia de Granada para
quedarse, sino que también era un buen lugar para asentarse y
perpetuar la especie. A principios de los años noventa se
realizaron algunas citas en las lagunas de Padul, donde ahora se
le considera un ave estival y reproductora, que pasa parte del
verano en esta zona de la provincia y se marcha en otoño.
El llamativo color rojo intenso de los machos no es así todo el
año. Es el color que adquieren para la época nupcial y de
apareamiento. Comienzan a adquirir ese color en el plumaje al
final de la primavera, de forma que para el momento del
apareamiento, a mediados del verano, ya lucen su mejor y más
llamativo aspecto.
A pesar de llevar tantos años en España, las costumbres del
Bengalí rojo siguen siendo similares a las que tienen en sus
lugares de origen, y la reproducción es muy tardía. Se pueden ver
a algunos de ellos transportando ramitas para hacer los nidos y
comida más adelante, en el mes de julio y en agosto, y ejemplares
juveniles en octubre.
Con su estatus de especie invasora, que no necesariamente
significa que sea dañina para el ecosistema, ha empezado a
‘okupar’ territorios más al centro de la provincia y ya hay citas
en algunos espacios de la vega de Granada, donde es fácil verlos
entre los cañaverales junto al cauce del Genil y las acequias,
aunque no hay constatación de que se reproduzcan en esta zona,
pero su capacidad de adaptación está demostrada por lo que si
encuentran el espacio adecuado, la nidificación y reproducción
está cantada.
Como otras pequeñas aves granívoras, vuelan en grupos de entre 10
y 15 ejemplares, entre las cañas y carrizales. Les gustan
especialmente los bordes de zonas de cultivo porque encuentran
alimento de una forma más fácil, así como los terrenos de siembra
pero abandonados, sobre todo si son húmedos, con acequias y
charcas.
De Motril a Málaga
Los primeros bengalíes rojos que alcanzaron la libertad en el
puerto de Motril, fueron los iniciadores de una expansión que con
los años ha llevado a esta especie a estar presente en algunos de
los principales humedales del sur de la península. Es ya habitual
en la desembocadura del río Guadalhorce, en la provincia de
Málaga, desde donde se supone que realizan cortas migraciones
hacia otros territorios para pasar el verano, como Padul, y
zonas del curso del río Guadalquivir, como el conocido ‘Brazo del
Este’, uno de los espacios de mayor presencia de aves acuáticas de
toda Europa. Algunos ejemplares han continuado su camino hacia el
centro de la península, y se citan también en Extremadura.

Primos del Pico de coral
Los bengalíes rojos conviven en Granada con otras dos especies con
las que están emparentadas, los llamados picos de coral, , tanto
el común como el colinegro (Estrilda astrild y Estrilda
troglodytes). Todos son Estrilidos y considerados en diversas
partes del mundo como aves ornamentales. Los Pico de coral también
son aves exóticas e invasoras, ‘okupas’ en la provincia de Granada
y el sur de la península. En este caso proceden de África
subsahariana, y se sabe que llegaron a España por el mismo método,
también se escaparon de cargueros que los llevaban al mercado de
las aves exóticas ornamentales y se asentaron en la península,
aunque en el caso de estas dos especies no llegaron por el puerto
de Motril, sino que la escapada ocurrió en Portugal.