FOTO: J. E. GÓMEZ
Contaminación
del agua
"Un país con problemas de agua es el latir de un corazón que lucha
por existir"
Por Cristian Frers /WASTE MAGAZINE
El problema de la contaminación del agua es conocido desde la
antigüedad, ya que parecen relatos de la contaminación del agua
incluso en las Sagradas Escrituras. Este problema es local,
regional y mundial.
Del total de agua existente
en el planeta, únicamente el 3% es agua dulce. Pero de este
porcentaje, la mayoría (el 79%) está en forma de hielo (por lo que
no está disponible para su uso) y el resto se encuentra como agua
líquida: en forma de aguas subterráneas (el 20%) y, únicamente el
1% restante, como aguas superficiales. Pero estos recursos no son
inagotables. Hemos de tener en cuenta que la capacidad de
aprovechamiento del escaso porcentaje de agua disponible, se ve
notablemente disminuida debido a los incesantes cambios en nuestra
civilización que conducen inexorablemente a su deterioro y
escacez.
El agua dulce es el recurso
renovable más importante, pero la humanidad está utilizándolo y
contaminándolo más rápidamente de lo necesita para reponerse.
Efectivamente, las aglomeraciones en las grandes ciudades, la
mejora en la calidad de vida, el rápido desarrollo industrial, el
incremento del turismo y la agricultura, las actividades de ocio,
entre otras acciones. hacen que este escaso porcentaje se vaya
reduciendo de forma natural y que su composición se vea
notablemente alterada. Para agravar el problema, el ciclo
hidrológico es cada vez menos previsible ya que el cambio
climático altera los patrones de temperatura establecidos en todo
el mundo.
De todo esto se deriva, la gran importancia de un aprovechamiento
integral de las aguas dulces disponibles y la preservación de su
calidad, en condiciones óptimas, para su utilización.
La contaminación del agua es la acción y el efecto de introducir
materias o formas de energía, o inducir condiciones en el agua
que, de modo directo o indirecto, impliquen una alteración
perjudicial de su calidad en relación con los usos posteriores o
con su función ecológica.
Esta contaminación de las aguas superficiales y subterráneas
(ríos, lagos, embalses, acuíferos y mar) es producto de las
actividades del hombre; éste agrega al agua sustancias ajenas a su
composición, modificando la calidad de la misma. Está
contaminación tiene su origen en diversos factores como:
1) Agentes patógenos:
Bacterias , virus , protozoarios, parásitos que entran al agua
provenientes de desechos orgánicos.
2) Desechos que requieren oxígeno: Los desechos orgánicos pueden
ser descompuestos por bacterias que usan oxígeno para
biodegradarlos. Si hay poblaciones grandes de estas bacterias,
pueden agotar el oxígeno del agua, matando así las formas de vida
acuáticas.
3) Sustancias químicas inorgánicas: Acidos, compuestos de metales
tóxicos (Mercurio, Plomo), envenenan el agua.
4) Los nutrientes vegetales: Pueden ocasionar el crecimiento
excesivo de plantas acuáticas que después mueren y se descomponen,
agotando el oxígeno del agua y de este modo causan la muerte de
las especies marinas (zona muerta).
5) Sustancias químicas orgánicas: Petróleo, plástico ,
plaguicidas, detergentes que amenazan la vida.
6) Sedimentos o materia suspendida: Partículas insolubles de suelo
que enturbian el agua , y que son la mayor fuente de
contaminación.
7) Sustancias radiactivas: Que pueden causar defectos congénitos y
cáncer.
La contaminación de las aguas es uno de los factores más
importante que rompe la armonía entre el hombre y su medio, no
sólo de forma inmediata sino también a medio y a largo plazo; por
tanto, la prevención y lucha contra dicha contaminación constituye
actualmente una necesidad de importancia prioritaria.
Todos los contaminantes contenidos en las aguas residuales,
causarían serios problemas ambientales si se incorporasen
directamente a un curso de agua no contaminado. Por ello es
necesario que sean tratadas antes de su vertido, con el fin de
rebajar lo más posible su carga contaminante, y que estén dentro
de unos límites que se consideren adecuados.
Los problemas del agua se
centran tanto en la calidad como en la cantidad. La comunidad debe
conocer la importancia de la "calidad" de la misma y esa misma
comunidad de encargarse de su cuidado y preservación.
Tomemos el caso el arsénico en el agua. La muerte se cierne en
forma de arsénico para unos 140 millones de personas en todo el
mundo que, sin saberlo, beben agua contaminada, en mayor o menor
medida, por la presencia de arsénico. Según un estudio presentado
por la Real Sociedad Geográfica del Reino Unido se afirma que en
más de 70 países de todo el mundo, el agua destinada para el
consumo humano presenta altas concentraciones de arsénico, lo que
representa enormes riesgos para la salud de la población.
De hecho, en aquellos
núcleos de población en los que se ha encontrado mayores niveles
de concentración de arsénico en el agua de consumo humano, se ha
podido constatar un aumento considerable de enfermedades
pulmonares, cardiovasculares y neurológicas, dermatológicas y -lo
que es más grave- diversos tipos de cáncer.
El agua brota como el mayor conflicto geopolítico del siglo XXI ya
que se espera que en el año 2025, la demanda de este elemento tan
necesario para la vida humana será un 56% superior que el
suministro... y quienes posean agua podrían ser blanco de un
saqueo forzado.
El problema es que el agua
es un recurso que se da sentado en muchos lugares, es muy escaso
para los 1.100 millones de personas que carecen de acceso al agua
potable, a las que habría que sumar otros 2.400 millones de
personas que no tienen acceso a un saneamiento adecuado.
Más de 2.200 millones de
habitantes de los países subdesarrollados, la mayoría niños,
mueren todos los años de enfermedades asociadas con la falta de
agua potable, saneamiento adecuado e higiene. Además, casi la
mitad de los habitantes de los países en desarrollo sufren
enfermedades provocadas, directa o indirectamente, por el consumo
de agua o alimentos contaminados, o por los organismos causantes
de enfermedades que se desarrollan en el agua. Con suministros
suficientes de agua potable y saneamiento adecuado, la incidencia
de algunas enfermedades y la muerte podrían reducirse hasta un 75
por ciento.
En la mayoría de las regiones, el problema no es la falta de agua
dulce potable sino, más bien, la mala gestión y distribución de
los recursos hídricos y sus métodos. La mayor parte del agua dulce
se utiliza para la agricultura, mientras que una cantidad
sustancial se pierde en el proceso de riego.
Este recurso es un bien tan
necesario que podría pasar a ser objeto de peleas políticas, si se
lo observa sólo como un negocio: represas, canales de irrigación,
tecnologías de purificación y de desalinización, sistemas de
alcantarillado y tratamientos de aguas residuales. No debe
olvidarse el embotellamiento del agua, puesto que es un negocio
que supera en ganancias a la industria farmacéutica. El origen de
esta comercialización del agua habría que buscarla en noviembre de
2001, cuando los recursos naturales al igual que la salud y la
educación, empezaron a ser objeto de negociaciones en la OMC
(Organización Mundial de Comercio). La meta final es la
liberalización de los servicios públicos para el 2005. Esto que
suena árido y aburrido, puede simplificarse: lo que hasta ahora
era regulado por los estados, pasará a ser mercado de libre
comercio. Dentro de este contexto, existen dos escenarios
probables: La apropiación territorial: esto podría realizarse
mediante la compra de tierras con recursos naturales (agua,
biodiversidad), tampoco se descarta un conflicto militar.
Esta última hipótesis, nos
transporta a la última guerra en Irak (Marzo 2003) y la
apropiación de las grandes petroleras estadounidenses de los
recursos iraquíes. No se descarta que con esa guerra hayan querido
controlar los recursos hídricos de los ríos Eufrates y Tigris...
ríos caudalosos en una de las zonas más áridas del planeta.
El agua es un don que la naturaleza ofreció a la vida y a cada uno
de nosotros. El 70% de nuestro cuerpo está compuesto de agua. Por
ser todo esto, el agua constituye una de las metáforas más
significativas de lo Divino que está en nosotros y en el universo
y de la sacralidad de toda la vida. ¿Cómo cuidarla y no luchar por
ella?
Cristian Frers - Técnico
Superior en Gestión Ambiental y Técnico Superior en Comunicación
Social -
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