La
gestión del agua dulce
Es necesario poner en marcha políticas de gestión de recursos para
evitar el despilfarro y actuar frente a sequías
Cristian Frers
Técnico Superior en Gestión Ambiental y Técnico Superior en
Comunicación Social
Ciudad Autonoma de Buenos Aires Republica Argentina.
WASTE MAGAZINE
Es un hecho aceptado que el volumen del agua dulce que anualmente
se renueva mediante el ciclo hidrológico es más que suficiente
para abastecer las necesidades hídricas actuales y futuras de los
habitantes del Planeta. Sin embargo, a pesar de esta abundancia
aparente, puede decirse que el futuro de la especie humana y de
otras muchas que pueblan la Tierra depende, inexorablemente, de
que se mejore sensiblemente la Gestión del Recurso Hídrico.
El notable incremento de la población mundial de las últimas
décadas se ha visto acompañado por un aumento en el consumo de
agua por persona. Esto ha producido un gran incremento de la
demanda de agua, una persona gasta 200 litros si se baña con
bañera y 100 si se ducha, un grifo que gotea en casa son 35.000
litros de agua al año, lo que combinado con los desequilibrios en
el suministro que producen las variaciones temporales en las
precipitaciones ha llevado a situaciones regionales de escasez de
agua que, cada vez con más frecuencia y gravedad, aparecen en
muchas zonas del Planeta.
Desde el punto de vista de la contaminación, el sector industrial
es, en muchos casos, la fuente más importante de contaminación,
pese a no ser el mayor consumidor de agua. Los desechos líquidos
industriales, por ejemplo, asociados a los procesos de producción
de textiles y papel, traen gran cantidad de contaminación
orgánica. En general, la industria y la agricultura llevan gran
cantidad de contaminantes químicos a las corrientes de agua. Cada
vez está más claro que el agua dulce es un recurso finito,
vulnerable a la contaminación.
Los niveles del uso del agua son: el 73% para uso agrícola, 20%
para la industria y 7% para el uso doméstico. Siendo el riego el
uso más importante y tal vez el más deficiente porque se pierde
hasta el 70% del agua en el transporte. Es bien clara la necesidad
de tener una mayor eficiencia en el uso agrícola, pero también lo
es en los sistemas de agua doméstico ya que se presentan costos
innecesarios y significativos.
La información y la educación son claves para la creación de una
nueva cultura en el manejo del agua. Mientras la comunidad no
entienda su rol respecto al uso del agua, los proyectos que se
emprendan hacia su conservación tienden a no ser sostenibles y las
inversiones de capital económico y de trabajo se pueden perder.
En la actualidad, desde el punto de vista de la gestión del agua,
los problemas se relacionan con la ineficiencia, especialmente por
las decisiones en materia de política y tecnología. En los
procesos de desarrollo de los sistemas de abastecimiento de agua,
se consideró durante mucho años que la tecnología era la solución
principal a los problemas, y por consiguiente era necesario
transferirla de manera masiva, de los países industrializados
hacia los países en vía de desarrollo. Estas tecnologías
implantadas, sin tener en cuenta las condiciones locales,
fracasaron y tuvieron consecuencias funestas para la población y
el ambiente. No funcionaron porque, al parecer, olvidaron que el
fin último de la tecnología era que la gente la usara, que
funcionara a través del tiempo y que el uso dado por las
comunidades, estaba determinado por su contexto sociocultural,
económico y ambiental. Modelos de gestión
Frente a esta situación, se ha venido trabajando en modelos de
gestión del agua y saneamiento básico, teniendo en cuenta la
participación de la comunidad, ya que se ha podido comprobar
que la participación de la comunidad en los proyectos de
desarrollo da buenos resultados, cuando la población afectada se
involucra en los proyectos y se les permite contribuir con sus
conocimientos a la configuración de éstos, tornando el trabajo más
eficaz y productivo. Al mismo tiempo, se aumenta la capacidad de
los individuos para organizarse a fin de hallar soluciones a los
problemas que los aquejan.
Generar capacidad de gestión en las comunidades implica asumir los
proyectos relacionados con la problemática del agua, desde ópticas
más amplias, que consideren aspectos como:
-Trabajar participativamente en equipos
interdisciplinarios porque, conforme está estructurado el saber en
el mundo moderno, cada profesión es experta en un campo específico
y por lo tanto solo el trabajo interdisciplinario permite
recuperar la visión de totalidad y aproximarse a la solución de
los problemas.
-Empezar por construir y fortalecer el concepto
de comunidad para que el proyecto se maneje con criterios de
solidaridad.
-Promover estrategias de trabajo que permitan
la participación de todos los usuarios del sistema en las
decisiones y no solamente los líderes.
-Trabajar con la comunidad desde su contexto
sociocultural específico, lo cual implica el reconocimiento y
valoración del saber.
Pese a la urbanización creciente, gran parte del mundo en
desarrollo sigue siendo rural. Las comunidades rurales tienden a
ser pobres y sufren limitaciones para el desarrollo como resultado
de la infraestructura deficiente, las oportunidades de ingreso
limitadas y la falta de voz en el ámbito político. Un campo que no
se gestione adecuadamente puede ser una fuente de contaminación,
ya que sedimentos de los campos erosionados pueden obstruir los
arroyos y represas; los fertilizantes, pesticidas y desechos
animales pueden ser arrastrados hacia las aguas subterráneas o
lavados hacia los arroyos, matando plantas, peces y otros
animales.
Se ha aprendido mucho sobre lo que funciona y lo que no funciona
en los proyectos rurales de abastecimiento de agua y saneamiento.
El principio de la metodología se basa en potenciar las
capacidades, tanto de las comunidades como de las instituciones,
al reconocer que cada actor tiene un conocimiento y que las
soluciones se construyen con la participación, tanto para
problemas de orden técnico, como para abordar creativamente los
problemas de orden social y legal asociados con los aspectos del
agua y el saneamiento básico en las comunidades. Considerar el
acceso al agua como un derecho humano y social conlleva la
aplicación de reglas, deberes y obligaciones que muchos Estados y
la mayoría de las empresas privadas multinacionales no desean que
sean impuestos. Pero, ¿existe verdadera libertad y justicia sin
reglas, obligaciones y solidaridad respecto al derecho a la vida
para todos?
Actualmente a nivel mundial, las políticas administrativas
promueven la descentralización de los recursos y de las decisiones
y gestiones públicas, al orden local. Y esto, no solo en el ámbito
administrativo, también en el ámbito de la educación, las
comunidades deben ser gestoras de sus propias iniciativas. De esta
manera, es preciso concienciar a la población de que el agua es un
bien económico y social, y el descuido de este recurso y su
contaminación implican grandes riesgos a nivel ambiental y en la
salud integral. No preservar el agua, implica la inversión de
grandes cantidades de dinero en su tratamiento y ese dinero
finalmente sale de los propios bolsillos de las comunidades.
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